lunes, 29 de octubre de 2012

El maravilloso mundo del cómic: Persépolis

Un periódico de tirada nacional lanzó una colección de tebeos tan interesante que los quise conseguir todos: en entregas periódicas, cada viernes y sábado, hasta conformar un total de 35 números presentados  en  magníficos álbumes de tapa dura de 21 cm. de ancho por 29 cm. de alto. La lista era de lo más histórica y selecta: Axterix y Obelix,  Lucky Luke, Mafalda, Garfield,  The Spirit, El Corto Maltés, El Zorro, Hellboy, Capitán Trueno, Blueberry... Los quería todos, si, pero la misión no era tan sencilla. En mi isla, cuanto más interesante es una colección, más misteriosamente se esfuma. 

En ocasiones recurrí a la guía telefónica, peinando las librerías, llamando una por una, y preguntando, con el corazón en un puño,  mientras las posibilidades se agotaban: "¿Tiene el álbum que hoy venía con...? ¿Si? ¡No me lo venda que voy para allá ahora mismo!". Eso dio pie a que más de una vez acabase en librerías  a más de 30, 40 y 50 Km. de mi casa, persiguiendo el cáliz sagrado. Finalmente lo logré. ¡No me faltaba ningún número! Miraba con deleite y orgullo los 35 tomos que había colocado en riguroso orden en una de mis estanterías, mientras recordaba todas las alegrías que los comics me habían dado. Era mi homenaje al niño que ya no estaba visible pero permanecía alojado en el interior y que también reclamaba su alimento. Los tebeos siempre fueron una de sus debilidades. Galletas con colores y dibujos listas para engullir, crecer y sonreír.


Cómic, tebeo, historieta... Lo pueden llamar como quieran. A mi me gustan las tres palabras y las voy alternando en mi vocabulario, nunca me caso definitivamente con ninguna, ya que se ponen celosas y hay que contentar continuamente a las tres, se sorprenderían con lo equitativo que me piden que sea. Cómic se me hace una palabra bonita por todo lo que implica, incluso por su famosa tipografía, la cual me gusta utilizar en ocasiones (como en este texto para el que venía especialmente apropiado). Cómic es una palabra originaria del idioma inglés. Tebeo me gusta por lo que representa, un término español que proviene de las siglas TBO, que provoca una bonita ilusión al leerlo en voz alta mientras me dirijo a ti: Te Veo. TBO era una antigua revista de los años 40 que aglutinaba variadas historietas de diferentes autores.  Y esa misma es la tercera palabra, historieta, la cual me gusta porque la veo como un diminutivo simpático de su abuelo, o sea, la palabra historia, que tiene una carga más seria y formal de tanto que sabe, más respetable en resumidas cuentas.  Algunos se ponen muy serios con la palabra historia y aprietan filas, pero puede ser muy graciosa e interesante (ya lo verán en una próxima historieta).


Actualmente hay que incorporar un nuevo término: novela gráfica. Que es la nueva evolución del cómic, más extenso y más dirigido hacia un público adulto. Con diferentes formatos, tipo libro por ejemplo. Si alguien pensaba que el mundo del cómic estaba acabado, se equivocaba. Algunas novelas gráficas están siendo éxitos masivos que llegan al gran público. El arte no morirá nunca. Es más que un deseo del ser humano, es una necesidad. El cómic es la combinación perfecta entre palabra y dibujo. Algo tan literario y plástico a la vez difícilmente dejará de existir, tendrá sus mejores y peores momentos, pero siempre será necesario, y siempre habrá quienes lo representen. Supongo que dentro de 30 años, si se estanca, se producirá una nueva vuelta de tuerca, como todo hijo del arte, ni más ni menos.

Pero la colección de tebeos no solo era para admirarlos ordenados en la estantería como si fueran elementos decorativos. En ese caso no sería un verdadero homenaje al niño que todavía habita y levita por los pasillos del alma. Así que según los adquiría los iba leyendo, mientas otros los guardaba buscando la mejor ocasión para hacerlo. Un álbum en concreto que no conocía anteriormente me llamó poderosamente la atención. Su título es Persépolis, y su autora una iraní llamada Marjane Satrapi. Cuenta su infancia en Irán con la revolución islámica de 1979 por medio.



Venía en dos entregas, en dos tomos, numerados como I y II. Percibí que faltaba más (también lo deseaba). Así que me informé. Efectivamente, en total eran 4 libros. Quería saber más de esa niña tan inteligente y rebelde. Sabía de su infancia, pero, ¿y su adolescencia y juventud? ¿cómo se las compuso? Me cautivó tanto que entendí que tenía que conseguir los otros dos tomos. Un tiempo después la suerte se cruzó en mi camino. Estando en una librería de Sevilla, mirando libros, inesperadamente surgió ante mí un precioso libro de color rojo con bordes negros, en cuya  portada venía una niña con velo islámico sentada sobre una mesa, dibujada en blanco y negro. Era una edición especial de Persépolis que en España editó Norma Editorial y que aglutina los 4 libros. Ni que decir tiene que ni me lo pensé e inmediatamente cogí uno del montón en donde estaban apilados. Quería leérmelo tranquilamente cuando llegara a casa pero la ansiedad me pudo y lo hice entre aeropuertos y aviones. Pero lo más importante es que tenía la totalidad de Persépolis en mi poder.





La semana pasada pude ver una película llamada Tatsumi. Una película de dibujos animados, tipo manga. Cuenta, de forma autobiográfica, la vida del mangaka japonés Yoshihiro Tatsumi, que en la actualidad tiene 75 años y es conocido como el creador del gekiga, una variante del manga destinado para adultos, saliéndose de la fama que tenían de producto infantil allá por los años 50 y 60. Tiene paralelismos con la novela gráfica pero en vez de occidente en oriente, y anteriormente. En la película se puede ver toda la vida de pasión y amor por el dibujo de Tatsumi, el duro trabajo hasta llegar a la cúspide, intercalado con historias cortas de manga (historietas), algunas de las cuales me parecieron novelas en potencia. Historias oscuras, crudas, incluso morbosas, con todo ese halo de malditismo del mundo artístico japonés. Por supuesto, la estética es a lo manga, con un tempo más lento al típico dibujo animado. La película es muy reciente, de 2011, o quizás de este año 2012. Al final sale el propio Tatsumi, en imagen real, ya mayor, en su mesa de trabajo, creando el dibujo final de la película. Muy emotivo. De pronto me apeteció leer manga de ese señor japonés, aunque era consciente de que era poco menos que imposible, así que busqué otra alternativa, otro as en la manga. Entonces me acordé de Persépolis.








Lo releí,  hacía tiempo que no lo hacía y solo es necesaria una buena excusa para volver hacerlo (gracias Tatsumi). Mientras lo portaba me parecía que tenía un verdadero tesoro entre manos. Un cofre rojo lleno de palabras y dibujos que contaban una increíble historia. Marji, como es conocida entre su familia, tiene 10 años y vive en Irán con sus padres, que la han educado al estilo occidental en una escuela laica francesa. Son partidarios de un islamismo moderado y progresista. Marji tiene un corazón rebelde, una inquietud intelectual poco usual, una fantasía desbordante y un sentimiento del deber y la justicia desmedidos. En 1979 triunfa la revolución y el reinado del Sha de Persia llega a su fin, con lo que se acaban los cambios sociales y políticos. Porque el nuevo régimen por el que tanto han luchado sus padres, como tantas veces ocurre (un ejemplo son algunos países actuales de la reciente Primavera Árabe), traiciona el ideal de la revolución y convierte al país en una república islámica que involuciona hasta dar lugar a un integrismo radical. En ese nuevo mundo represor, Marji no encaja, y su vida se vuelve imposible. Intenta luchar interesándose por la política y defendiendo sus ideales y el derecho de sus iguales (sobre todo el de las mujeres). Pero la dramática realidad termina por aplastarle. Este proceso le llevó a abandonar Irán para estudiar en Europa. Situación difícil que le acarrea problemas de identidad,  de desarraigo, de soledad y de insatisfacción. Tiene que aprender a vivir con su tradición cultural, con su aspecto físico y consigo misma.


Creado con un grafismo naíf que recuerda a los dibujos infantiles, Marjane Satrapi demuestra que el cómic no solo sirve para contar historias, sino como método de denuncia. De hecho, su obra ha sido comparada a la de grandes escritores críticos con los regímenes totalitarios. En blanco y negro y dividido en capítulos que nos cuentan el día a día, sus páginas están llenas de inocencia y humor, pero también de horror y tragedia. Nos hace reír y disfrutar sin dejar de sacudir la conciencia. Porque ese es uno de los grandes logros de Persépolis: enseñar mientras entretiene. Al leerlo sentía que comprendía más profundamente la situación de Irán y del integrismo musulmán que si lo hiciese con densos tratados históricos. Quizás con la historia puedo aprender mejor la teoría, de forma más abstracta, pero con el cómic de Persépolis puedo entrar directamente en el interior de las casas y de las familias, conocer la situación de primera mano y tratar con los personajes. Y así la autora consigue liberarnos de ciertos prejuicios.


Los cuatro tomos de Persépolis fueron editados durante el periodo que va entre el 2000 y el 2003. Ha conseguido diferentes premios como el primer premio de la paz Fernando Buesa Blanco, Vitoria, 2003; premio Harvey a la mejor obra extranjera, EEUU, 2004; Prix du Lion, Bélgica, 2000; o premio autor revelación Angouléme (el más importante de Europa), Francia, 2001; y algunos más. Solo el primer álbum vendió más de 30.000 ejemplares en Francia. En 2007  fue llevado al cine, trabajando conjuntamente en la dirección y en el guión Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud. Obtuvo gran éxito de público y de premios como el premio del jurado del festival de Cannes de 2007 o el premio especial del jurado del festival de Cinemanila, también logró candidaturas a mejor película en la Palma de Oro y en los Oscars 2007. La película es fiel al guion y a la estética del tebeo. Una gran película. Aun así recomiendo no dejar de leer el cómic, si es posible, aunque se vea la película.

Tráiler de Persépolis.


Un pasaje de la película, pertenece al libro 2, concretamente a la historieta llamada "Kim Wilde". * En la novela gráfica Marji canta Kids in America, de Kim Wilde, pero en la película canta Master of the Monsters, de Iron Maiden (ambas formaciones le gustaban de niña).



Marjane Satrapi en la actualidad vive en París. Hace 18 años que salió de Irán y 12 que no ha regresado. Le gustaría pero no sabe lo que ocurriría y el régimen actual no le da garantías de ningún tipo. Al contrario, todo es silencio y ambigüedad. Después de Persépolis ha hecho más cómics como Bordados (sobre las mujeres iraníes) y Pollo con Ciruelas (con gran éxito), que luego ha convertido en su primera incursión en el cine como directora con actores reales. Esta mujer que habla seis idiomas tiene mucho carácter, y quizás es excesiva, pero nunca deja de ser honesta. Dice que podría hacer Perspépolis 5 y tener éxito y  ganar más dinero pero que prefiere arriesgarse en nuevos proyectos porque para eso es artista, en caso contrario se haría funcionaria o contaría dinero como un banquero. Comenta que le han invitado a debates en televisión para ser representante de Irán pero que lo ha rechazado ya que hace 18 años que no vive allí, y que por ese mismo motivo no puede escribir un cómic sobre las actuales revueltas árabes. Cuando la leo en entrevistas sigo viendo aquella niña idealista, rebelde y apasionada de Persépolis. La misma implicación y el mismo espíritu libre que le lleva a ser íntegra y consecuente. La misma valentía que le impulsa a ayudar a los demás sin dejar de ser fiel a si misma. Y esa forma de ser y esa actitud me gusta. Los lectores de tebeos intentamos no perder nuestra esencia infantil. Los dibujantes no lo intentan, simplemente lo conservan, con naturalidad, sin esfuerzo, como una segunda piel que, vuelta del revés,  está repleta de viñetas.


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