domingo, 14 de abril de 2013

El Titanic - 101 años (14-15 de abril de 1912 / 14-15 de abril de 2013)


Esbelto, arrogante, altivo, resplandeciente, moderno, veloz... así navegaba el Titanic en su última noche sobre los mares, sintiéndose invencible, sin pensar que nada podía detenerlo, sin imaginar que una gran masa de hielo iba a cruzarse en su camino para acariciarlo y enviarlo al fondo del mar. El resultado, aparte de la tragedia, fue una cura de humildad, un ataque directo a la línea de flotación del orgullo humano, una lección de las que nunca se olvidan.

Tal día como hoy, hace 101 años, la construcción móvil más grande construida hasta el momento,  el Titanic, impactó con un iceberg, ello ocurrió a las 23:40 de la noche del 14 de abril de 1912,  dos horas y cuarenta minutos más tarde, a las 02:20 de la mañana del 15  de abril,  sus restos se hundían hasta descansar en el lecho marino al sur de las costas de Terranova, a unos 4.000 metros de profundidad del gélido Océano Atlántico. Fue una tragedia y la caída de un mito: la aureola de imbatibilidad que el ser humano estaba construyéndose por aquella época en su desafío contra los elementos; también significó el nacimiento de otro mito: el de un barco lujoso y vanidoso que se creía insumergible y no aguantó la primera travesía. Un sueño se rompió para desde entonces ya nada ser igual.

El mito del Titanic no solo sigue intacto, sino que parece crecer con cada día que pasa. La leyenda lo envuelve con una cortina de hielo mientras tratamos de  bucear en la profundidad de su misterio. Es imposible no horrorizarnos al pensar la suerte de las personas  que partieron en su interior, pero al mismo tiempo es inevitable sentir fascinación. ¿Cómo hubiese actuado yo? Esta pregunta resuena en nuestro interior cuando pensamos en el Titanic. Esas personas tuvieron que tomar decisiones en condiciones agonizantes: ¿morir o  vivir? ¿si yo me salvo, muere otra persona en mi lugar? Entonces proviene la pregunta inevitable: ¿a qué altura hubiésemos estado en aquel nivel tan extremo de dilema moral?

ANTES.
Los comienzos del siglo XX fueron una época de innovaciones e inventos tanto en el mar como en la tierra, en los que una nueva generación de barcos de vapor inició una  revolución total en los viajes. La compañía Cunard Line lideraba el sector con dos barcos súper rápidos: el Lusitania y el Mauretania. Pero William Pirrie,  presidente de Harland and Wolff,  los astilleros más grandes del  mundo, estaba decidido a arrebatarles la supremacía. El 10 de junio de 1907 se reúne a cenar en su mansión con Bruce Ismay, director gerente de la compañía naviera White Star Line,  y juntos planearon construir los 3 barcos más grandes y lujosos del mundo. La clase Olympic  estaría formada por los navíos "Olympic", "Titanic", y "Gigantic". No escamotearían medios para ganar la partida. Los planos del  proyecto del Titanic hablan por si solos: tendría 269 metros de largo y 9 cubiertas, podría alojar a 3.500 personas y a plena carga pesaría 67.000 toneladas. El Titanic compartió construcción con su barco gemelo,  el Olympic,  que se comenzó  y terminó antes. Realmente eran iguales, la única diferencia es que el Titanic desplazaba 1004 toneladas más.

Previamente se tuvo que construir el astillero más grande del mundo en Belfast (Irlanda del Norte). Y fue toda una proeza. El puerto era estrecho y poco profundo debido a las marismas y bancos de arena provocados por el río Lagan (de hecho, el nombre de Belfast proviene del irlandés Béal Feirste, que significa "el vado arenoso en la desembocadura del río").  Se encauzó toda la zona convirtiendo hectáreas de marismas en un puerto próspero. Y no se hizo con grandes máquinas sino con hombres cavando con todas sus fuerzas.  El Titanic se construyó en una isla artificial llamada Queens que mide igual que 20 campos de fútbol.

Para construir el barco se necesitó una gigantesca estructura de acero llamada pórtico que sostenía el casco mientras era montado. Un hervidero de actividad donde miles de hombres no paraban de trabajar a todas las alturas posibles. El sonido característico de los visitantes que llegaban a Belfast era el ruido ensordecedor de los martillos sobre las planchas y los remates; se escuchaba en toda la ciudad. Muchos remachadores se quedaron sordos: no tenían ni cascos de protección para los oídos, ni guantes ni botas de seguridad.

Se necesitaron hombres muy resistentes ya que las condiciones eran muy duras. Había cientos de especialidades y millares de artesanos cualificados trabajando en el astillero: remachadores, metalúrgicos, técnicos montadores, soldadores, fontaneros, ebanistas, pintores, escayolistas... toda una industria donde miles de personas trabajan codo con codo en la construcción del Titanic.


Al cabo de 2 años, y de 24.000 toneladas de acero, y 3 millones de remaches, el casco estaba listo para ponerlo a flote. Su botadura se produjo el 31 de mayo de 1911. Era un momento peligroso, el peso del casco descansaba sobre filas de soportes de madera  y había que retirarlos a mano para que el barco entrase en el agua. A medida que se retiraban, se arqueaban y salían volando a toda velocidad. Finalmente, en 62 segundos, el casco de 24.000 toneladas se movía por primera vez y flotaba sobre el agua. Se reunieron 100.000 personas. Todo un acontecimiento. Para los habitantes de Belfast, poder presenciar el nacimiento del "Buque de los Sueños", fue motivo de orgullo y alegría.

Inmediatamente después se realizaron los trabajos para equipar el casco. Se colocaron enormes anclas de acero y 4 chimeneas (solo 3 tenían una finalidad práctica, la 4ª era para que el Titanic pareciera más impresionante). 2 enormes propulsores de vapor lo impulsaría a través del Atlántico, que estaban alimentados por 29 calderas y 159 hornos.

Con los motores montados, el Titanic tenía que pasar del agua a un dique seco para completar los trabajos de equipamiento. El único que podía acogerlo era el dique Thompson (el mayor de su época: medía 260 metros de largo y 36 metros de profundidad). El 3 de febrero de 1912 comenzaron dichos trabajos, solo faltaban 2 meses para su viaje inaugural.

Ya podían llevarse a cabo las últimas fases de la construcción sin peligros: colocar las enormes hélices de 3 palas, instalar los más novedosos sistemas eléctricos y pintar el casco. En marzo de 1912 se culminó el trabajo estructural y de ingeniería.

El último reto era revestir el interior del Titanic y convertirlo en un palacio flotante. Los artesanos trabajaban día y noche para conseguir maravillas.  Decoraciones basadas en estilos clásicos, tales como el Imperio, Regencia, Luis XIX, Luis XV...  las mejores maderas y revestimiento, candelabros eléctricos de bronce, tragaluces de cristal... Era una forma de conseguir a los clientes más adinerados de la época.

Thomas Andrews (diseñador del barco) iría en el primer viaje y llevaría consigo a nueve especialistas del astillero conocidos como el grupo de garantía. Un grupo especial de hombres que se trasladaban en el viaje inaugural de cada barco: eran los mejores trabajadores del astillero y se les escogía a dedo. Su misión era solucionar cualquier problema que surgiera. La competitividad para ir a bordo en este primer viaje era muy grande y cuando sabían que les habían premiado con esa oportunidad la familia se sentía orgullosa.

A las 8 de la tarde del 2 de abril de 1912 el Titanic salió de Belfast, tenía que llegar a Southampton a recoger a los pasajeros para partir hacia América.

DURANTE.


El Titanic zarpó de Southampton (Reino Unido) a las 12 del mediodía del miércoles 10 de abril de 1912. Así comenzó un viaje cargado con los sueños y las aspiraciones de toda una generación. Primero se dirigió a Cherburgo (Francia) a recoger más pasajeros, a donde llegó a las 18:30. Como el puerto no era lo suficientemente grande dos remolcadores embarcaron a los pasajeros y el correo. A las 20:10 partió hacia Queenstown (Irlanda), a donde llegó el jueves 11 de abril a las 11:30. Le vuelve a pasar lo mismo, el puerto no es lo suficientemente grande y tiene que echar anclas a 3 Km. de la bahía para que los remolcadores suban nuevos pasajeros, correo y mercancías. Esta si es la última escala del Titanic, ya estaba todo preparado. Finalmente puso rumbo a Nueva York a las 13:40 del jueves 11 de abril. Sale a  toda mecha, con 60 fogoneros cargando carbón (600 toneladas diarias) en las profundidades del barco, donde se podían alcanzar los 40 grados centígrados. También eran conocidos como caldereros o familiarmente "la brigada negra". Eran los más humildes y los que trabajaban en peores condiciones de toda la tripulación. 

2.207 personas iban a bordo, 1309 eran pasajeros y 898 tripulantes. Los pasajeros iban distribuidos de la siguiente manera: 328 personas en primera, 277 en segunda y 704 en tercera clase.  Lejos de la capacidad del buque: 3547. Aproximadamente dos tercios.

El viernes 12 y el sábado 13 de abril el Titanic navegaba con calma ya que hacía buen tiempo. En primera clase iban algunos de los miembros más distinguidos de la alta sociedad de la época. Disponían de sus lujosos camarotes y cubiertas. Los camarotes eran excepcionalmente grandes, jamás un barco los llevó así. Destacaban por los materiales empleados para la construcción, los armarios empotrados, los baños privados y las bañeras con agua caliente y fría. En aquella época era difícil encontrar un hotel con tanto refinamiento y lujo como el Titanic. También disponían,  para uso exclusivo, de piscina interior, gimnasio,  cancha de squash, baño turco o biblioteca.  Y como innovación disponían de 3 ascensores.


Aunque los pasajeros que viajaban en segunda clase no disfrutaban, ni mucho menos, de los lujos de primera, la verdad es que realizaban un cómodo y placentero viaje. Incluso pagando algún dinero extra podían tener acceso a algunas de las estancias de primera clase, como por ejemplo, el gimnasio, la piscina o los baños turcos.

La mayoría de los pasajeros de tercera clase, inmigrantes de todas las nacionalidades, que viajaban en las entrañas del barco, embarcaron con el objetivo de cumplir el sueño de su vida: labrarse el porvenir en América y regresar a casa con el futuro económico asegurado. Todos eran gente muy humilde y cuando fueron trasladados a sus camarotes creían vivir en un palacio. Poder dormir en una litera cómoda, con servicios de habitación y comedor, era para ellos un auténtico sueño. Aunque estaban situados en la proa y boa del barco, que es donde más se balancea y ruido se produce, estos camarotes de tercera podían compararse con los de cualquiera de segunda de los barcos de la época. Incluso en los barcos actuales los camarotes no se diferencian mucho.

Algunos de los pasajeros de a bordo:

-El matrimonio Strauss compuesto por Isidor (67 años) e Ida (63 años), que llevaban 41 años de casados. Isidor era el fundador de los almacenes Macy´s en Nueva York. Estaban de regreso a EEUU  tras años viviendo en Alemania dondel trabajaba como congresista.

-Charles John Joughin, jefe de los panaderos del Titanic, tenía 32 años y era inglés. Trabajaba en el mar desde los once años y poco a poco fue ascendiendo hasta conseguir el puesto de jefe. En el Titanic contaba con 13 panaderos a sus órdenes.
-Una mujer anónima se subió con su perro,  un gran danés.

 
-El matrimonio sueco Lindell. Edvard y Elin, de treinta y pocos años, se alojaron como pasajeros de tercera clase y viajaban a EEUU en busca de una nueva vida.

-4 españoles: Emilio Pallás, un panadero de 29 años, Julián Padró, un chofer barcelonés de 26 años y las hermanas Florentina y Asunción Durán, de 30 y 26 años, de Lérida.

-El joven matrimonio español Peñasco. El se llamaba Víctor y ella Josefina. Viajaban en primera clase de luna de miel. Sus dos familias eran de las de mayor fortuna de España. Estaban en París y decidieron subirse en el Titanic para conocer América, pero como la madre de Víctor tenía miedo a los barcos, así como un mal presentimiento, decidieron dejar a su mayordomo en París para que fuera enviando postales a la madre que previamente tenían escritas y así creyese que seguían en la capital francesa.

EL HUNDIMIENTO.

La noche del domingo 14 de abril el Titanic avanzaba majestuosamente a una velocidad de 22 nudos y medio. Mientras la gente bailaba, jugaba y charlaba animadamente en los salones, el capitán Edward Smith, sobre las 21:30, abandonó el puente de mando, ordenando que se le informara sobre cualquier incidencia. Smith era el mejor capitán de la White Star Line, llevaba 35ª años en la compañía y jamás había sufrido un accidente. Le llamaban "el capitán de los millonarios" porque la naviera siempre la daba los más nuevos y modernos barcos donde viajaban los acaudalados de la época. Este iba a ser su último viaje ya que se jubilaba el llegar a Nueva York.

La noche era estrellada (sin luna) y el mar estaba excepcionalmente tranquilo. Durante ese día el barco había recibido 5 advertencias por Icebergs. A pesar de ello se decidió no aminorar y  continuó casi a su velocidad máxima (unos 40 Km/h). En la cofa del palo de proa, pasando mucho frío, se encontraban los vigías Fleet y Lee. Se habían cerrado las claraboyas del escotillón superior del sector del castillo para no entorpecer su visión.  Ahora sabemos que era casi imposible divisar icebergs porque las condiciones atmosféricas habían preparado un truco de magia, un verdadero espejo líquido negro. Con el agua tan quieta y fría y la noche estrellada toda una franja del mar parece ascender a al altura del horizonte y oscurecer el cielo volviéndolo todo invisible. A las 23:40, se calcula que a unos 400 metros, Fleet, sin poder creerlo, vio aparecer ante sus ojos el iceberg y gritó: "¡Hielo delante!". Hizo sonar tres veces la campana mientras su compañero Lee descolgó el teléfono que le unía al puente y dio la voz de alarma. 

El sexto oficial Moody levantó el teléfono en el puesto de mando y recibió la desesperada llamada de Flett: "¡Iceberg, derecho al frente!". A su vez se lo comunicó al primer oficial Murdoch que estaba de guardia en ese momento, aunque seguramente ya veía que la proa del barco se iba de frente contra el iceberg. Murdoch ordenó al cabo de mar Robert Hichens que diera marcha atrás y  girara el timón todo a babor para evitar la colisión. El barco logró evitar el choque frontal (que posiblemente le hubiese permitido flotar aunque dañado) y estuvo en un tris de conseguir rodear el iceberg, pero 38 eternos segundos después  de las campanas se produjo lo inevitable: la masa de hielo, que era más alto que el mando del puente y se extendía por debajo del mar, golpeó el lateral del barco y lo rasgó produciéndole 6 brechas.


No todos en el barco sintieron la colisión pero si el capitán Smith, que salió de su camarote cuando el témpano ya estaba alejado. Ordenó detener de inmediato el barco para evaluar los daños. Se le informó que en el estanque de pique de proa se escuchaba un silbido inusual, señal de que el agua estaba desplazando con fuerza el aire contenido a presión en su interior. El impacto golpeó el lado de estribor, a unos 4 m. por encima de la quilla, y lo peor, a otros 7,5 metros por debajo de la línea de flotación. Thomas Andrews le indicó que 5 de sus compartimentos estancos, la bodega de proa, los compartimentos de carga números 1, 2 y 3 y la sala de calderas número 6,   estaban dañados y que el Titanic se hundiría en unas 3 horas. Con 4 compartimentos dañados todavía era posible salir airosos pero a partir del quinto el Titanic estaba condenado.

-Thomas Andrews (diseñador del barco): "A partir de este momento, hagamos lo que hagamos, el Titanic se irá a pique".

-J. Bruce Ismay (propietario del barco): "¡Pero este buque no puede hundirse!".

-Thomas Andrews: "Está hecho de hierro, señor. Le aseguro que si puede. Y lo hará. ¡Es una certeza matemática!".

Todos se quedaron helados, estupefactos, de una pieza... Se dieron órdenes a los oficiales para preparar el desalojo del barco. Smith sabía por pura aritmética que muchos pasajeros morirían por el escaso número de botes salvavidas (con los botes llenos hasta su máxima capacidad se podían salvar 1.178 vidas -de las 2.207 totales) y que todos esperaban que él, como capitán, fuese el último en hundirse. Quedaba una esperanza, que hubiese algún barco próximo que pudiera ayudarles. 30 minutos después, a las 00:10, Jack Phillips, primer oficial de radio, lanza el primer telegrama pidiendo auxilio y comunica su posición, a unos 600 Km. de la isla de Terranova.

El SOS es captado por el buque Carpathia, de la compañía Cunard, rival de la White Star Line, pero está a unos 100 Km, por lo que tardará unas 4 horas en llegar. Cambia su rumbo y pone máquinas a toda potencia para dirigirse al lugar del naufragio. Había un barco mucho más cerca, el Californian, solamente a  15 Km. de distancia, pero no recibe la señal, tiene la radio apagada. Se lanzan bengalas de avistamiento pero el Californian se aleja ante la desesperación de los oficiales.

En las entrañas del barco son avisados los adormilados pasajeros de tercera para que suban a cubierta. Antes comienzan a llegar los de primera. Todavía no hay pánico ni confusión, muchos no saben que han colisionado con un iceberg. Las órdenes de protocolo fueron diferentes. En los botes salvavidas de estribor, a cargo del primer oficial Murdoch,  la consigna era: las mujeres y los niños primero;  en los de babor, a cargo del oficial Ligtholler: solo mujeres y niños. El Titanic comienza a hundirse y a medida que sucede,  los pasajeros de segunda y tercera tratan de encontrar el camino hacia los botes entre el laberinto de pasillos bajo cubierta. Mientras, los 8 miembros de la banda de música del Titanic tocan en el salón de primera clase, intentando transmitir serenidad para que la gente no perdiera ni la esperanza ni la calma.

Bajo la línea de flotación, los fogoneros, a puro pulmón, no dejan de trabajar para alimentar las calderas y que el barco siga funcionando a pleno rendimiento. En cubierta muchas mujeres se niegan a separarse de sus maridos. A las 00:40 el primer bote es arriado. Tiene capacidad para 65 personas pero zarpa con solo 28 ocupantes.

La situación es cada vez más desesperada. Bajo cubierta el barco continúa inundándose inexorablemente. Cientos de pasajeros están perdidos por los pasillos y luchan por llegar a la zona de botes, donde la confusión se transforma en alarma. Los agentes que suben a las mujeres y los niños tienen que impedir el acceso a los hombres desesperados.


Cunde el pánico y los pasajeros se precipitan hacia los botes. Se comienzan a suceder los actos de heroísmo, amabilidad, amor, pánico, desesperación, resignación,  crueldad... incluso las extravagancias y frivolidades.

-El matrimonio Strauss intenta subirse a un bote. Ida lo consigue. A Isidor se lo impide un oficial diciéndole que solo se permitían embarcar a mujeres y niños. Entonces Ida salta a la cubierta del buque y le dice a su marido: "hemos estado juntos durante muchos años, donde tu vayas, yo voy". Después se sentaron en dos hamacas mientras escuchaban a la banda de música que por entonces ya tocaba en el exterior. Al jefe de panaderos, Charles John Joughin, que estaba tirando hamacas por la borda, le pidieron que les atase los pies porque querían morir juntos.

-Los 4 españoles (según su testimonio): Emilio Pallás y Julían Padró: "Después de la cena del domingo 14 de abril de 1912 nos recogimos en nuestros camarotes y cuando ya habíamos conciliado el sueño, fuertes golpes dados a la puerta nos despertaron".
"Salgan de aquí, hay peligro ahí fuera, nos comunicó un amigo argentino y en ropa interior y envueltos entre sábanas salimos a uno de los pasillos".

"La lucha que se estableció entre los pasajeros para ganar los botes salvavidas fue algo horrible. Los marineros y empleados, con hachas unos y revólveres otros, hacían retroceder a los hombres mientras conducían a las mujeres y a los niños".

"En aquel cuadro dramático el que caía al suelo podía considerarse muerto, y si lograba ponerse de pie, era manando sangre de las heridas que recibía por los pisotones de los demás".

Julián Padró: "Me dejé deslizar por una de las sogas y llegué al bote con facilidad,  mi compañero no tuvo igual suerte y fue detenido por un marinero que lo echó atrás, pero con una maniobra logró ganar la barandilla y se dejó caer sobre el bote, lo que provocó que se dislocara un pie".

"La balsa salvavidas por fin llegó al agua no sin antes recibir a otros náufragos que caían del cielo. Nuestra salvación fue un milagro, pues fuimos de los últimos de separarnos del Titanic".

Las hermanas Florentina y Asunción Durán: "no a todos se les permitió subir a los botes salvavidas. A una persona que llegó nadando hasta nuestro bote le cortaron la mano de un cuchillazo, mientras que a otras hubo que matarlas a tiros".

-El matrimonio sueco Lindell. Cuando el barco estaba a punto de sumergirse por completo, Elin, su marido Edvard y otro pasajero sueco llamado Carl Olof  Jansson, se encontraban en la cubierta y se lanzaron al agua y nadaron hasta el último bote salvavidas que se arrió al mar (el bote desplegable A). Este bote estaba repleto de personas (unas 45) y casi lleno de agua.

Edvard y Carl lograron subirse al bote, pero Elin, totalmente agotada y a punto de morir congelada, no consiguió hacerlo. Su marido intentó ayudarla, pero viendo que no podía hacerlo y viendo que no podía subirla, le agarró la mano para que no se hundiera. Pero él también se encontraba al límite de sus fuerzas, y se desvaneció. Entonces, el amigo Carl lo sustituyó y agarró la mano de Elin e intentó subirla hasta que, viendo que no le contestaba, se dio cuenta que había muerto con su mano agarrada a él. Olof, después de unos minutos, ya sin fuerzas, soltó a Elin, deslizándose el anillo de boda de la señora Lindell en su mano. Olof también terminó desmayándose y soltó la alianza de Elin, que cayó al fondo del bote, lleno de agua.

-El joven matrimonio español Peñasco. El joven matrimonio de luna de miel, Víctor Peñasco y Josefa Pérez de Soto, se habían alojado en el camarote de primera clase C-65, junto con su doncella personal Fermina Oliva y Ocaña, que se alojaba en el de enfrente, el C-105.

Una sobrina de Josefa recuerda las palabras de su tía: "Aquello era una muestra del mayor lujo que podía verse. Los hombres, de rigurosa etiqueta, las mujeres con sus mejores galas y con las todas las joyas que sus cuerpos pudieran cargar. Una gran cena amenizada con una gran orquesta. Como buenos españoles, fuimos los últimos en abandonar el salón, ya que nos quedamos charlando con un matrimonio argentino, los únicos con los que habíamos congeniado en el viaje".

"Estando ya en la habitación oyeron un ruido enorme que no le gustó nada a mi tío. Salió del camarote y se dirigió a cubierta, donde se encontró a un marinero al que le preguntó que pasaba y donde estaban los chalecos salvavidas. El marinero simplemente se echó a reír. Volvió al camarote, recogió a Josefa, que solo tuvo tiempo de ponerse un chal por encima del camisón, y a la doncella, que se encontraba en el camarote de enfrente".

"Todos se dirigieron a cubierta. El mar estaba tranquilo, como un espejo, pero las máquinas habían parado. Al rato aquello era una casa de locos, toda la gente gritando y corriendo, prisas y peleas, no había botes para todos... alguien dio la orden de que primero subieran a los botes las mujeres y niños, los de primera, y luego  los de segunda y tercera clase. Recordaba a un oficial sacando una pistola y disparando al aire intentando poner orden en aquel caos".

"A Josefa y su doncella las metieron en el bote número 8. Víctor se dispuso a subir, pero vio a una mujer con un niño en brazos y le dejó paso para que entrara en el bote. Josefa ya no volvió a ver a su marido, se perdió en el barullo".

-La  mujer anónima que tenía un gran danés,  fue instada para que abandonara al perro, pero se negó a separarse, por lo que se quedaron juntos en el Titanic.

En el barco iban 12 perros de primera clase. Todos ellos eran de raza o ganadores de concursos. Estos perros eran tratados a todo lujo y su billete costaba lo mismo que el de un niño de primera clase. En la cubierta F de primera clase se encontraban sus caniles, con calefacción y todo tipo de comodidades, incluso servicio de paseo. Solo tres perros sobrevivieron, uno de ellos fue "Lady", un pomerania propiedad de  Margaret Hays, que la escondió entre sus ropas.

-Charles John Joughin, jefe de los panaderos del Titanic. Cuando el barco chocó con el Iceberg, Charles se encontraba descansando en su litera. Al notar el impacto, se incorporó de inmediato. Desde las cubiertas superiores los oficiales le transmitieron la orden de preparar provisiones para los botes: 4 barras de pan por cada uno. Charles permaneció en las cocinas bebiendo algo de alcohol hasta las 00:30. Luego subió a la cubierta de botes.

Desde ahí, junto a más tripulación, ayudó a las mujeres y los niños a saltar a los botes. Hubo mujeres que una vez dentro de los botes, alegando que el Titanic les parecía más seguro, saltaron de nuevo al barco. El jefe de panaderos tuvo que volver a por ellas y meterlas de nuevo en los botes por la fuerza, a través de la cubierta A.

Aunque se le asignó y debió haber subido al bote 10, no lo hizo, quedando este a cargo de dos tripulantes y un sirviente. Una vez el bote se hubo marchado, Charles volvió al interior del barco y buscó "un poquito de licor" (una copa media vacía como él especificaría más tarde) en su camarote. Cuando llegó a la cubierta, todos los botes se habían ido, así que bajó a la cubierta B de paseo, y se dedicó a arrojar tumbonas por la borda que pudieran ser usadas como medio de flotación para todos aquellos que saltaban al agua. Arrojó unas 50.

Luego entró en la despensa de la cubierta A para -según sus palabras- tomar un trago de agua -seguramente un nuevo asalto a los licores- y en ese momento se oyó un fuerte estruendo, "como si parte del barco estuviese desmoronándose" -posiblemente se trataba del derrumbe de la primera chimenea-, salió de la despensa y se unió a la multitud que corría hacia la cubierta de popa.

Mientras corría por cubierta, el barco se escoró más y más, y según sus palabras, muchos resbalaron y cayeron, pero él pudo aferrarse a la barandilla por el lado de estribor, y cuando el barco se puso en vertical, Charles estaba bien sujeto en el lado exterior de la barandilla. Más tarde, describió esos últimos instantes antes de hundirse "como descender en un ascensor", y cuando el mar se tragó el barco por completo, él dijo que se limitó a saltar y "apenas se mojó la cabeza".

Fue por tanto, el último pasajero en abandonar el Titanic.

Otras personas.

-Ben Guggenheim volvió a su camarote, junto con su sirviente, Victor Giglio, para vestirse con su traje de etiqueta. Al volver trajeado a la cubierta se le acredita haber dicho: "Estamos listos para morir como caballeros". Obviamente era británico.

-Cuando al millonario canadiense John Hugo Ross se le informa del percance en su camarote, pronunció una frase para la historia: "Hace falta algo más que un iceberg para que yo me levante de la cama". Murió ahogado.

Son las 2 de la mañana, el último bote es arriado con 44 personas, aún quedan más de 1.500 personas en el Titanic. La orquesta, ahora situada en medio de la cubierta y de la confusión, no deja de tocar música. Se dice que la última canción fue "Nearer, my God, to Thee" ("Más cerca, oh Dios, de ti").

Sobre las 02:17 la proa del Titanic se hunde a la vez que la popa se eleva. El buque queda en posición vertical. Muchos caen o se arrojan a las aguas heladas presas del pánico. El fin llega irremediablemente. A las 2:20 de la madrugada la barandilla de la popa del Titanic desaparece bajo las aguas. Después la oscuridad y el silencio del mar inmenso, solo roto por un sonido aterrador: un coro disonante de gemidos (las voces de los que se ahogaban).


DESPUÉS.

La temperatura del mar era aproximadamente de entre 0 y 1 grado bajo cero. En esas condiciones, una persona de complexión normal,  puede aguantar viva, como mucho, entre 20  y 25 minutos. Por eso la mayoría de las muertes del Titanic se produjeron por congelación y no por ahogamiento.

El Carpathia, un trasatlántico menor de 13.000 toneladas comandado por el veterano capitán Arthur Rostron, llegó al lugar del naufragio aproximadamente a las 4 de la mañana. Logró rescatar a 705 pasajeros, además subió a bordo los botes salvavidas (a excepción de los plegables). Se retiró del lugar a las 08:50, momento en que el Californian aparece en el horizonte acudiendo tardíamente al rescate. Rostron le encarga barrer la zona en búsqueda de supervivientes  y pone rumbo a Nueva York, donde desembarcaron a los pasajeros en medio de la mayor expectación periodística.

-El matrimonio Strauss. Murieron tal como deseaban, juntos y abrazados mientras el agua los engullía. El cuerpo de Isidor fue encontrado tiempo después, el de Ida por el contrario nunca apareció.

-Los 4 españoles. Estas 4 personas: Emilio Pallás y Julían Padró y Las hermanas Florentina y Asunción Durán, fueron rescatadas por el Carpathia y llevados a Nueva York. Allí, una compañía naviera norteamericana, les costeó un viaje a La Habana, en primera clase, en el Buque Monterrey. Al llegar se alojaron en el hotel "Perla de Cuba".   Nunca más cogieron un barco. Se quedaron en Cuba hasta su muerte.

Las dos hermanas contaron con claridad los últimos momentos del Titanic:

"Se hundió la proa, las luces se apagaban poco a poco, hasta que se oyó un estampido y una enorme columna blanca".

"Recordamos con horror los desesperados gritos de los que se hundieron con el barco".

-El matrimonio sueco Lindell. Tanto Elin, como su marido Edvard y su amigo Carl, murieron congelados. El cuerpo de Elin, hundido en las aguas del Atlántico, nunca se recuperó.

Solo sobrevivieron 15 personas de las 45 que iban en el bote y, cuando también estaban a punto de fallecer, fueron rescatadas por  otro bote salvavidas a cuyo mando se encontraba el oficial Lowe. Una vez evacuados, dejaron a la deriva el bote desplegable A.

Un mes después, concretamente el 13 de mayo de 1912, el navío Oceanic de la White Star Line, encontró el desplegable A a 300 Km. del hundimiento. Fue recogido y enviado a Nueva York. Al vaciar de agua el bote, se encontró el anillo de oro en el fondo y lo entregaron a la oficina de embarque. La inscripción identificaba la alianza como sueca y, por lo tanto, fue entregada al consulado sueco. Se consiguió verificar la identidad de su dueña tras un largo intercambio de cartas entre el ministerio de asuntos exteriores, el consulado sueco y la White Star Line. El anillo finalmente fue enviado desde Nueva York al Departamento de Asuntos Exteriores de Estocolmo y se pusieron anuncios en la prensa sueca para intentar localizar a los familiares de la víctima del naufragio. El padre de Elin, Nils Persson, contestó el anuncio y la policía le entregó la alianza.

En 1991, por casualidad, llegó a oídos del historiador (experto en el Titanic) Claes-Göran Wetterholm, que un familiar de Elin tenía el anillo. Una vez localizado, fue mostrado en una exposición sobre el Titanic que se celebró en Estocolmo y, desde entonces, en sucesivas exposiciones alrededor del mundo, se muestra el anillo y se cuenta la historia de Elin y Edvard.

La inscripción de la alianza de Elin reza lo siguiente:

"Edvard 19-25/1-1904   19-25/1-1904"  y "Edvard&Gerda 19-24/10-05  19-24/10-05".

-El joven matrimonio español Peñasco. En el bote que se alejaba del Titanic, al lado de Josefa, iba la famosa Condesa de Rhodes, que en una entrevista publicada el 20 de abril de 1912 en el  New York Herald, contó lo siguiente: "... entonces la señora Peñasco empezó a chillar el nombre de su marido. Fue terrible. Le pasé el timón a mi prima y me puse acurrucada  junto a la señora Peñasco, tratando en lo posible de consolarla. Pobre mujer. Sus sollozos ablandaron nuestros corazones y sus palabras eran imposible de entender debido a su tristeza (...) Cuando el terrible final llegó, utilicé lo mejor de mi misma para intentar distraer a la señora española y que no oyese los agonizantes sonidos de los que se ahogaban en el mar".

La pasajera de primera clase Helen Walton Bishop los describió así: "Me siento tan mal por una joven novia española. Ella y su marido eran como dos pajaritos. Estaban tan enamorados, pasando su feliz luna de miel en el Titanic, y eso hizo que todos estuvieran interesados en ellos, pero ella se salvó y el falleció".

Su sobrina nos cuenta. "A Josefa nunca se le borró la imagen de aquel coloso totalmente iluminado y que poco a poco se iba hundiendo junto a ella. Oyó a la orquesta que había subido a cubierta tocando música para intentar calmar a los pasajeros y las órdenes de que se retiraran del barco para evitar que les tragara el remolino que se produciría al hundirse. Vio gente saltar al agua y gritar de dolor. La temperatura del agua, tan baja, los mataba en 15 minutos interminables. Ella y su doncella no fueron capaces de mirar cuando el imponente navío se fue hacia el fondo del mar, cuatro mil metros por debajo de ellas".

"De pronto se oyó un ruido enorme. Como si una montaña se viniera abajo. Cuando me decidí a volver la cabeza, el barco había desaparecido como si se lo hubiera tragado una garganta misteriosa".

Al llegar a Nueva York, Josefa y su doncella se dirigieron al hotel plaza, donde habían reservado habitaciones desde París. Faltaba lo peor, todavía tenía que llegar otro barco con los muertos para identificarlos. El cuerpo de Víctor no estaba. Nunca apareció.
Horas después de la tragedia, en Madrid,  Doña Purificación, la madre de Víctor, estaba comiendo cuando un moscardón cayó en su plato. ¡A Víctor le ha pasado algo!, exclamó.  Luego,  al ver el nombre de Víctor Renango y Castellana en la lista de desaparecidos del periódico, no daba crédito. "¡Pero si estaba con Pepita en París! ¡Precisamente acabo de recibir una postal suya!".

Superada la primera impresión surge un nuevo problema que se encarga de resolver la misma madre de Víctor. Si no aparecía el cadáver, según las leyes de la época, no se podía declarar la muerte hasta 20 años después de la desaparición. Eso era un problema para la chica que se había quedado viuda con 23 años y que tenía todo el derecho del mundo a rehacer su vida. No podía casarse hasta que tuviera 43 y, además, no sería heredera de los bienes de su marido hasta pasada la fecha. Así que decidieron comprar un cadáver...

"Uno o dos meses después apareció un cadáver flotando en la zona de la tragedia. Pertenecía al Titanic. La madre de Víctor pagó mucho dinero por él y la doncella fue la encargada de reconocerlo. El condado de Halifax pudo así expedir un certificado de defunción a nombre de Víctor Peñasco y Castellana. Curiosamente, aún a día de hoy no se ha podido encontrar la tumba donde está enterrado este supuesto Víctor".

Josefa pudo rehacer su vida y se casó de segundas nupcias en 1918 con Juan Barriobero, Barón del Río Tovía, con el que tuvo tres hijos. Falleció en 1972 a los 83 años de edad.

La doncella, por su parte, no quiso volver a navegar. Volvió a su anterior profesión, modista y costurera, y tardó muchos años en pronunciarse sobre el naufragio. El resto de su vida vivió en su casa de la calle Regueros, número 11, de Madrid, que más tarde la convertiría en una pensión. Durante el naufragio, se prometió que si sobrevivía, volvería a su Uclés natal (en Cuenca) a rezarle a San José. Y cumplió.

-Charles John Joughin, jefe de los panaderos del Titanic. Según su testimonio, después del hundimiento del Titanic, se mantuvo en el agua pataleando y nadando durante dos horas. Cuando por fin aclaró el día, vio el plegable B volcado, con el segundo oficial Charles Lightoller y unos 25 hombres más encima, y nadó hacia el lentamente, pero no había sitio. Sin embargo, el cocinero Isaac Maynard lo reconoció y le sostuvo en brazos para que estuviera lo menos posible en contacto con el agua helada. Entonces apareció otro bote salvavidas y Charles nadó hacia él, y por fin pudo ser rescatado, hasta que apareció el Carpathia.

Al parecer la ingesta de alcohol operó como anticongelante en su cuerpo. De esta manera consiguió sobrevivir tanto tiempo nadando en el agua fría.

-La Mujer anónima que tenía un gran danés.  Cuatro días después del naufragio, el buque Bremen dijo haber visto una mujer en traje de noche abrazada a un gran perro, ambos congelados en el agua. 
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La tragedia se saldó con más de 1.500 muertes. En total se salvaron 705 (solo 210 de la tripulación -de un total de 898).  En primera clase se salvaron el 60% de los viajeros,  el 31% de los hombres y el 94% de las mujeres y niños. En tercera clase el porcentaje de salvados desciende al 25% (el 14% de los hombres y el 57% de las mujeres y niños).  La mortandad en tercera clase fue del 75%. Por otro lado, no puede negarse que en líneas generales hubo caballerosidad a bordo: en total se salvaron el 74,35% de las mujeres y solo el 20,27% de los hombres.

EPÍLOGO

El hundimiento del Titanic tuvo gran impacto, y consecuencias, en la sociedad de la época.

-A raíz del accidente se convocó en 1913, en Londres, el primer convenio internacional para la protección de la vida humana en el mar (SOLAS). Entre otras medidas se habilitó una ruta más al sur en tiempos de deshielo y se creó una patrulla marítima que advirtiera de los icebergs en ruta. También se incrementó el número de botes salvavidas en cada barco.

-La ciudad de Belfast quedó conmocionada. Miles de personas que trabajaron en el proyecto no se lo creían, algunos se derrumbaron llorando porque el barco que habían despedido hacía pocos días se había ido a pique cobrándose muchas vidas. Fue un asunto del que no se volvió a hablar en muchos años.

 Ni Thomas Andrews ni ninguno de los nueve hombres del grupo de garantía sobrevivió. El astillero cerró un día de luto pero el golpe fue permanente. Las instalaciones de los Astilleros Harland and Wolff jamás volvieron a trabajar al mismo nivel y fue el principio de su declive. La edad de oro de los grandes trasatlánticos había terminado.

Para la ciudad de Southampton, puerto inaugural del viaje,  fue una gran tragedia. La mayor parte de los pasajeros procedían de Southampton: 549 hijos de la ciudad fallecieron en el naufragio. La ciudad alberga varios monumentos conmemorativos y exposiciones en museos relacionados con el Titanic.

Uno de los supervivientes más vilipendiados fue Bruce Ismay, presidente de la naviera White Star line y propietario del Titanic. Se le tachó de cobarde por abandonar el barco cuando quedaban 200 mujeres y niños a bordo. Se retiró de la compañía al año siguiente y se enclaustró en su casa hasta su muerte en 1937. Salvó su vida pero se convirtió en un apestado. Es un personaje controvertido. Ballard, comandante retirado de la marina estadounidense, aparte de oceanógrafo y explorador de National Geographic, nos cuenta su opinión: "Cualquier superviviente masculino fue sospechoso de cobardía en aquellas circunstancias, pero creo que no hizo nada incorrecto. Cuando vio que no había mujeres ni niños que pudieran embarcar en el bote que arriaban, se subió. No hacerlo no hubiera supuesto otra diferencia que añadir un nombre más a la lista de víctimas. Hay que recordar que el capitán Smith dio instrucciones diferentes respecto a los botes en el lado de estribor y el de babor. En uno dijo: "las mujeres y los niños primero; en el otro: "solo mujeres y niños". Estar en un lado u otro marcaba una gran diferencia para un hombre. Ismay ayudó todo lo que pudo y luego se marchó. Tuvo suerte de estar en el lado bueno".     

Otro de los grandes perjudicados fue el capitán del Californian, Stanley Lord, a quien se le trató de cobarde y negligente al ser señalado como el barco que estaba más cerca del Titanic (menos de 30 Km.) y no haber hecho nada por reconocer las bengalas blancas vistas por el vigía.

Por el contrario, uno de los héroes  fue el capitán Edward John Smith, exaltado por el sentir popular. Se le erigió una estatua en su pueblo natal, Lichfield (Inglaterra) en calidad de héroe. Murió en el naufragio y la fidelidad a su trabajo hizo popular una frase que fue respetada durante muchas décadas después: "el capitán se hunde con el barco". Aunque hay quienes piensan que su comportamiento después del impacto del iceberg fue cuando menos irrelevante, errático y totalmente ajeno a la situación. Sobre todo, no se comparte reverencia en Southampton, ciudad que sufrió más víctimas que cualquier otra,  donde persiste el mito de que iba bebido.

Como curiosidad decir que la chica guapa del Titanic realizó una película ese mismo año (1912). En EEUU se llamó Saved From The Titanic y el Reino Unido A Survivor From The Titanic. Se grabó en menos de 2 semanas. La película era muda y su protagonista era Dorothy Gibson, actriz y superviviente real del Titanic. Se utilizaron imágenes reales de los supervivientes llegados a Nueva York con el Carpathia, y durante el trascurso de la película se utilizó el Olympic (buque gemelo del Titanic). Actualmente está considerada una película perdida ya que fue destruida en un incendio de los Estudios Éclair en 1914.

73 años después, el 1 de septiembre de 1985, fueron localizados los restos del Titanic.  Una expedición franco americana dirigida por el Dr. Robert Ballard y Jean Louis Michel fueron los encargados del deseado descubrimiento. La sorpresa llegó cuando se descubrió que no estaba entero, sino que estaba partido en dos secciones separadas por 800 metros. Se pensaba que se había hundido de una pieza y con la popa al aire. Muchas fotos y dibujos de la época muestran al Titanic, alcanzando entero, un ángulo de 45º. Varios supervivientes aseguraron que la nave se hundió intacta, mientras que otros decían que se partió en dos. No obstante, todos coincidían en que hubo un gran estruendo o estallido unos segundos antes de que la nave se hundiera.
La teoría más aceptada hoy es la que aportó una expedición de History Channel por medio del barco de investigación ruso Keldish en 2005. Se estipula que el barco no se levantó 45º grados sobre el nivel del mar antes de partirse por la mitad, puesto que si la quilla llegaba a ese nivel de inclinación, sería lo suficientemente resistente para no partirse. La inclinación debió ser menor, seguramente 11º. Quizás ese fue el motivo por el que muchos supervivientes aseguraron que el barco nuca se rompió, puesto que la separación total tuvo lugar casi debajo del agua. Tan solo algunos de los botes más cercanos (incluso algunos de los pasajeros que estuvieran a bordo) podrían notar como el barco se había quebrado.

La sección de proa está en mejor estado que la popa y su estructura es reconocible aún. Los investigadores asocian el mejor estado a que esta planeó sobre el agua y se posó con relativa suavidad en el fondo. La sección de popa está severamente dañada y apenas es reconocible. Se cree que ello es debido a que,  al hundirse, no estaba completamente inundada, por lo que el aire de su interior explotó en su brusco descenso de 4 Km., provocando que el casco se desarmase y aplastase debido a la enorme presión de las profundidades.


Muchas investigaciones han aportados diferentes ángulos pero ninguna explica por si sola la tragedia. En accidentes de este tipo es una concatenación de hechos lo que da pie al desastre final. Tim Maltin, historiador y autor del imprescindible libro "Las 101 cosas que usted creía saber sobre el Titanic... ¡pero no!", nos explica: "De hecho el barco no tenía un talón de Aquiles, quizás el exceso de confianza de sus responsables. Estaba extraordinariamente bien construido. Se hizo un esfuerzo para gastar más en él, no menos. De hecho, era fuerte como un barco de guerra. Sobre la velocidad, todos los marinos coinciden en señalar que es seguro navegar a toda velocidad por zona de icebergs si la visibilidad es perfecta, como parecía serlo. El Titanic llevaba más botes de los que estaba obligado por requerimientos técnicos. Eran insuficientes, pero es que se consideraba entonces que lo que salvaban vidas en realidad no era el número de botes, sino construir barcos seguros. Y no, no parece que hubiera ninguna momia egipcia a bordo -una de las leyendas urbanas más curiosas sobre el Titanic-, pero si llevaba un automóvil en la bodega (el cual puede verse en el documental Misterios del Titanic, una expedición dirigida por James Cameron -director de la premiada película Titanic).

Y gracias a nuevas investigaciones nos llegan nuevos datos que nos hacen pensar que quizás todos los astros se alinearon para escribir con letras torcidas el destino del Titanic. La última nos dice que la luna fue cómplice en el hundimiento ya que el 4 de enero de 1912 (4 meses antes de la tragedia), la Luna y el Sol se alinearon en un modo que los tirones gravitatorios de uno y otro se reforzaban. Además, el perigeo de la Luna -su acercamiento máximo a la Tierra- fue el más cercano en 1.400 años, y se produjo a menos de 6 minutos de una Luna llena. Mientras que el perihelio de la Tierra -máximo acercamiento al  Sol- se produjo el día anterior. Estas circunstancias, según muchos expertos, provocaron una marea inusualmente alta, lo que provocó que muchos icebergs, que en esa época se quedan atascados en aguas poco profundas, se derritieran lo suficiente para "viajar" hacia las corrientes oceánicas del sur donde se encontraron con el Titanic.

Desde 1912 se han producido peores desastres marinos, pero el del Titanic los ha sobrevivido a todos. Ninguna ha fascinado y cautivado tanto. Ninguna tiene ingredientes tan melodramáticos. El trasatlántico más grande y lujoso del mundo inicia su viaje inaugural llevando alguno de los personajes más ricos y conocidos de dos continentes (en aquella época los ricos eran como las estrellas del rock o del cine de hoy en día). Todos se maravillan ante la imbatibilidad del barco. A medida que se va desarrollando el viaje se ignoran las advertencias de hielo. Y justo después de la media noche del quinto día de viaje, mientras la mayoría dormían y el océano está tranquilo como un lago, el barco choca contra un iceberg. Durante dos horas y media, a medida que el barco se hunde lentamente, se despliega un drama humano. Gente corriente realiza actos de autosacrificio y se muestra toda la amplia gama de fortaleza y debilidad humana. Y no podemos dejar de pensar en nosotros mismos y en que hubiésemos hecho y en como hubiésemos acabado. Una especie de leyenda moderna, un Odiseo y Poseidón contemporáneo que nos recuerda nuestros límites, grandezas y miserias.

La última pasajera viva del Titanic, Milvina Dean, murió el 31 de mayo de 2009. Abandonó el barco en un bote salvavidas, enrollada en una saca de correos, y vivió 97 años para contarlo. Era un bebé de dos meses al que alguien dejó con su madre y hermano. Era la más joven del barco. Y la última en morirse. Aquí se ha cumplido una bonita ley de vida: la cortesía del naufragio (las mujeres y los niños primero). Su padre se hundió con el barco y después de llegar  a Nueva York, su madre regresó a Southampton, que sería por siempre su hogar. Como una metáfora, un puerto que nunca más quiso aventurarse a abandonar. Con ella se cierra una historia, y comienza otra. El de honrar a las víctimas y su recuerdo, continuando un mito que nunca debe perderse. Porque contiene mucha tristeza, pero también mucha grandeza y entereza, toda de la que es capaz el alma humana.

Esta noche, entre las 23:40 y las 02:20, miraremos al océano y recordaremos la lucha que justo hace 101 años mantuvieron esas personas contra el destino, contra los elementos y contra la desesperación. Personas como tú y como yo. Con ilusiones, anhelos y deseos.  Y, aunque no quisiéramos pasar por ello,  nos imaginaremos como hubiésemos actuado nosotros (como si  quisiéramos ponernos a prueba). Y nos gustaría pensar que hubiésemos estado a la altura. Y al pensar así estaremos honrando a las víctimas. Y a los supervivientes. Porque ya nunca volvieron a ser los mismos. El Titanic les marcó de por vida.


Luego, al mirar al cielo, veremos una estrella agonizante,  y sabremos que es el reflejo del Titanic antes de tomar el último resuello para sumergirse  por siempre en el universo de los sueños y leyendas.


1 comentario:

  1. ¡Felicitaciones! Un informe realmente muy completo... te agradezco la invitación al post.

    Yo tmb armé una nota homenaje al Titanic, pero encarada por otro lado. Te invito a que la visites.

    La nota relaciona al Titanic, al hombre "pararrayos" y a Edgar Allan Poe, entre otras cosas. ¡Espero que te guste!

    http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2013/04/sincronismo-el-arte-de-las-coincidencias.html

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