miércoles, 22 de agosto de 2012

Los Fantásticos Libros Voladores


Tengo el gusto de presentarles este maravilloso corto de animación que es un homenaje en toda regla a los libros: Los Fantásticos Libros Voladores de Mr. Morris Less More. Ganador del Oscar en 2012. El director y escritor de la historia,  William Joyce, nos invita a realizar un fascinante viaje acompañados de fantásticos libros; libros que nos aportarán mucha felicidad, alegría y emoción.

Los fantásticos libros voladores es una historia de amor  por los libros. Es un cuento, realmente es como un cuento visual y sonoro que dura unos 15 minutos. Casi podríamos decir que un cuento interactivo. Su personaje principal, Mr. Morris Less More, inspirado en Buster Keaton -físicamente nos lo recuerda-, es un escritor amante de la lectura que es atrapado por un huracán. Este comienzo evoca a El Mago de OZ, cuando Dorothy, la niña protagonista, es transportada a otro mundo  por un huracán en Kansas, en el cual conoce criaturas tan inusuales como un león cobarde, un espantapájaros que habla y un hombre de hojalata, con los cuales traba íntima amistad. Por cierto, El Mago de OZ lo tengo en mi biblioteca personal, y lo considero una de mis joyas, uno de los libros que más cariño le tengo: una preciosa edición ilustrada,  de tapa dura y de cierto tamaño. Una gran edición de Círculo de Lectores, como tantas y tantas que nos ofrece.  Desde aquí aprovecho para recomendarlo, tanto para leerlo como para regalárselo a un niño; me parece un libro ideal.


   
La diferencia es que éste huracán es el Katrina, aquel que arrasó Nueva Orleans en el año 2005. El mismo autor cuenta que se inspiró en él: "Las calles estaban llenas de libros, arrancadas de bibliotecas y casas, y me pareció un símbolo perfecto de lo que había pasado... que la gente estaba buscando de nuevo sus historias". También cuenta como los libros salvaron a miles de niños, como se convirtieron en la mejor terapia posible para que se evadieran y se olvidaran de la desgracia: "Era un panorama bastante peculiar porque se habían juntado objetos de tamaño y peso similares. Imagínate miles de libros amontonados formando un lodo gris y seco. Además, había unos cinco millones de libros donados a los refugios donde estaban quedándose los niños que habían perdido todas sus pertenencias, donde no tenían privacidad ni televisión, ni manera de escapar. Pero en cuanto comenzaron a leer se perdieron completamente en los mundos de sus libros. Fue una visión impresionante...".


Mr. Morris Less More, tras el huracán,  es llevado a un mundo vuelto del revés, un caos donde nada está en su sitio y el dolor duerme en las esquinas. Pero Mr. Morris es visitado por unos fantásticos libros voladores, que como si de globos llenos de helio se tratasen, son transportados por una joven muchacha, la cual también tiene el don de volar. Un libro animado que dibuja caras y sentimientos en sus páginas, baja para convertirse en su cicerone, y le insta para que lo acompañe. Mr. Morris le sigue y llega a una biblioteca donde libros llenos de vida interactúan entre ellos, cada cual con sus características, cada cual con sus conocimientos, cada cual con su información, cada cual con su intimidad; en definitiva: cada cual con su personalidad. Unos libros tan generosos pueden ser su salvación. Mr. Morris porta un libro, pero su libro está en blanco,  es un libro por escribir. Porque ¿qué personalidad tiene un libro en blanco?

 
A partir de aquí se suceden hechos fascinantes y un viaje existencial, pero aquí lo dejo, porque, aunque tiene lecturas, digamos universales, también contienen recuerdos y emociones personales, porque cada persona tiene su particular historia con los libros. A mi me arrancó unos cuantos recuerdos, anécdotas y enseñanzas.  

Me hizo viajar y retroceder en el tiempo, a mi infancia, a mi dorada infancia. Recordé la biblioteca del pueblo, la cual, no os lo perdáis, estaba en el mismo ayuntamiento, en una dependencia solo para libros: un gran salón lleno de mesas y sillas y estanterías atiborradas de lomos de colores. ¿Qué época eh? La cultura te la proporcionaba de primera mano la corporación: libros y ayuntamiento juntos de la mano, para que el pueblo acudiese a abastecerse. Además, la biblioteca la llevaba mi abuelo, y yo, todo niño, todo ilusión, llegaba a su mesa con los libros elegidos, para que en las  tarjetitas adosadas en la primera página, acuñara impresa la fecha máxima de devolución. Luego me iba todo contento a mi casa, la suya también, caminando, cuatro pasos que eran,  con los libros debajo del brazo, deseando llegar para leerlos. Siempre me adelantaba por ese mismo deseo. Me era imposible esperar.



También eran impagables los momentos en que entrabas a la biblioteca sin saber que te ibas a llevar. Te ponías a buscar por las estanterías, y parecía que los libros se postulaban entre ellos: "¡llévame!", "¡no te vas a arrepentir", "¡prometo aportarte felicidad y aventuras sin igual!". Luego, los agarrabas de forma suave y cariñosa y te ibas a sentar y curiosear. Y te levantabas y buscabas otros. Tenías que elegir, no te podías llevar todos, así que tenías que seleccionar; hacías tus montoncitos en tu mesa; y tus composiciones mentales: "bueno, éste lo dejo por aquí, y si tengo suerte... cuando vuelva nadie se lo ha llevado; pero me llevo el otro para leerlo... lo cual haré después de éste otro que es el que más ganas tengo de leer ahora mismo...".    

Hace muchos años ya pero recuerdo algunos de los libros que me llevaba. Los Cinco y El Club de Los Siete era de los que más consumía. Increíbles aventuras de niños que deseabas que te ocurrieran. También había tebeos; los  maravillosos tebeos... recuerdo salir corriendo tras Asterix y Obelix que parecía que había tomado la poción mágica con ellos; bueno, con Obelix no,  porque se cayó de pequeño en una marmita llena  y tiene los súper poderes perennemente... ¡como me gustaban las historietas de esos dos bravos galos que desafiaban a Roma! También leía a Agatha Christie y su Hércules Poirot. Me fascinaban sobre todo las historias que se desarrollaban en un lugar cerrado, pongamos una mansión o en un tren (el Orient Express podría ser), donde el asesino era con toda seguridad uno de los personajes de la trama. Se cerraban puertas y a investigar. Sentías miedo al saber que había un asesino suelto pero, al mismo tiempo, pensabas: "¡que buen asesino que no lo pillan!". Y tú mismo investigabas y querías atraparlo y convertirte en el mejor detective del mundo.


Luego derribaron el ayuntamiento antiguo, y nadie se preocupó de diseñar y habilitar una zona para la biblioteca en el nuevo ayuntamiento. La biblioteca la llevaron a la escuela de preescolar, que fue mi primera escuela de niño. Y durante un tiempo todo siguió siendo idílico. Si la biblioteca del ayuntamiento me quedaba 150 pasos al norte, la de la escuela me quedaba 50 pasos al sur. Continuaba yendo a por libros como siempre. Incluso me atendieron de bibliotecarias, mi tía-abuela y luego mi madre. Pero aquello era una escuela en funciones, así que más tarde se llevaron la biblioteca municipal a otro barrio, a otra escuela donde ya no se ejercía la enseñanza. Pero nunca más fui. Nunca entré en esa biblioteca. Y pude haberlo hecho. Pero me sentí tan desencantado, tan dolido, que nunca más me apeteció. Dicen que los libros son celosos: una vez que se van, no vuelven. Eso es desde el punto de vista de los préstamos libreros que hacemos durante nuestra vida. Pero en este caso infantil que les cuento, se puede aplicar al revés: en vez de sentir celos los libros hacia mi persona por desconsiderado, los celos los sentía yo hacia ellos por abandonarme: se fueron mis queridos libros y no pude aguantarlo. Como la amada novia que se va y no vuelve. Bajas los brazos y ya no quieres ir tras ella.

Volviendo al cuento visual de Los Fantásticos Libros... hay otra lectura interesante: los libros cobran vida al leerlos. Un libro en una estantería sin leer es un libro desaprovechado. Aunque esto último no es tan cierto. Para mi un libro cerrado es un futuro libro abierto. Un libro que se postula. Un libro que quiere contar algo y espera. O sea, cumple su función. Está de guardia vigilándonos amigablemente. Lo digo porque al respecto recibí uno de los mejores consejos literarios que me han dado. Cuando tengas la oportunidad de tener un libro, no lo dejes pasar. Y es que a veces circula por delante de nosotros a todo trapo un libro deseado, pero lo dejamos ir pensando que ya lo conseguiremos en otra oportunidad. Sin embargo, muchos libros son trenes sin retorno que solo pasan una vez en la vida. Aunque no te lo vayas a leer al momento, si lo adquieres y lo pones en la estantería o en el librero, los libros serán pacientes y fieles, y seguro que te esperarán.

Tengo libros que me he agenciado y los he leído al cabo de uno, de tres o de cinco años, y se que otros me los leeré dentro de otros tantos años. Con alguno no podrá ser..., bueno, no importa, es posible que caiga en manos de otra persona que necesite leerlo. Porque los libros saben buscar su propio camino. Y bien, una vez que los abrimos si es verdad que despiertan y cobran vida con nuestra lectura. Y son tan versátiles y tan ingeniosos que los volvemos a leer y sacamos nuevas enseñanzas, nuevos filtros, nuevos sentimientos; y lo mismo pasa si es otro el que lo  lee, porque los libros son tan personales como las personas.

También podemos sentir eso de que los libros muchas veces nos ayudan en nuestros peores momentos y se convierten en especies de guías terapéuticos, en los mejores amigos posibles. Es cierto que cuando estamos mal anímicamente no es fácil leer, y que incluso algunas veces es casi imposible. Pero también es verdad que cuando los intentamos y lo conseguimos, muchos de nuestros problemas se evaporan. Agarras un libro, te tumbas un rato, comienzas a leer como quien no quiere la cosa, y al cabo de unas horas cuando te levantas, te preguntas de qué demonios te quejabas porque ya ni lo recuerdas. La lectura te hace sumergirte en otros mundos e historias, y te hace relativizar la vida, y te insufla ánimo y alegría cuando peor estás. Creo que es una de las mejores terapias psicológicas posibles.

Al ver el corto no podía dejar de pensar cuan maravillosos son los libros y cuanto han aportado a la humanidad. Uno de los mayores inventos de la historia. Porque somos lo que somos, en gran medida, gracias a los libros. No solo me refiero desde el punto de vista de la imaginación literaria. Sino desde la capacidad de retener información. Gracias a la codificación del lenguaje hablado y poderlo guardar y archivar, nuestra sociedad ha podido inventar y evolucionar. De hecho, cuando antiguamente se producían las quemas masivas de libros y manuscritos, se bloqueaba y se retrasaba la evolución incluso en cientos de años. Aunque, precisamente, los sectores ultra conservadores  que provocaban las quemas, pretendían eso mismo, que no se evolucionara sino que todo continuara igual; o que se involucionara si fuera posible. Por eso los libros han sido tan perseguidos: los libros son conocimiento, los libros son libertad, los libros son vuelo sin motor. La verdad la encontrarás en los libros. Si, gran verdad: tú verdad.



Los fantásticos libros voladores de Mr. Morris Less More es un cuento que merece ser visto, que merece ser leído. Nos emocionará y nos hará mirar al futuro, al saber que los libros ahí seguirán, sea en el formato que sea, pero también nos hará mirar al pasado, porque nos traerá recuerdos, algunos inolvidables, algunos serán como dulces sueños que permanecen a pesar del paso de las corrientes. Además, es una bonita historia para todas las edades, para ver solo o acompañado, o rodeado de niños. Una forma de que los niños visualicen la importancia de los libros así como el amor que se puede y se debe sentir por ellos.

Sobre el corto hay un detalle que me gustaría comentar antes de terminar. Su banda sonora. Un piano hace de metrónomo sentimental, los continuos toboganes emocionales están marcados  por música clásica. Es como una especie de narrador sonoro. Porque otro mérito del corto es que consigue atraparte sin emitir palabras de ningún tipo. Solo música, sentimientos y libros y hojas y letras.  

Con este corto de Los Fantásticos Libros Voladores de Mr. Morris Less More tengo la sensación de que La Academia de los Oscars pocas veces lo tuvo tan fácil como este año. Imagino que con un cuento de este tipo, la unanimidad sería la máxima posible.  Los aplausos, supongo que  también.

Les dejo con el cortometraje. Espero que lo disfruten.



3 comentarios:

  1. qué pasada!!! lo voy a ver otra vez! me ha encantado :-)

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  2. Creo que es la entrada más chula que ha hecho Sr Galván :-)

    Qué cantidad de "ideas" se consiguen verbalizar con los libros,a veces estás leyendo algo y encuentras eso a lo que dabas vueltas y no sabías expresar, y ahí está.

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  3. Estoy con Gaveta. Es una entrada sencillamente preciosa. Todo perfectamente hilvanado. No sé...no sé....pero el tal Mr. Morris me recuerda a alguien, y no a Buster Keaton precisamente.

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