domingo, 12 de agosto de 2012

Pianistas en clave de La



Siempre me han gustado las mujeres y los pianos; considero que ambos, bien afinados (y conjuntamente), son bellos y sensibles: absolutamente insuperables. Vaya por delante que no creo en un arte por géneros o sexos o etiquetas varias; el arte es un valor supremo, universal, y esa invisible estrella polar nos guía en el desierto. Hago esta reflexión porque alguna vez me ha ocurrido que algún amigo me haya dicho que me gusta tal artista por guapa. Yo les digo que no, me niego en rotundo, les aseguro que intento ser objetivo y acercarme a esa imaginaria línea para conmigo mismo y que si no veo arte (lo que yo considero arte -para concretar, en este caso lo llamaremos talento) no hay belleza física que valga: la belleza es el arte, lo demás es accesorio. Normalmente no me creen, me miran y me dicen que si, que vale,  pero con dudas en los ojos. Lo que ellos no saben es que yo hago un esfuerzo interno, un ejercicio de abstracción para no caer en el autoengaño y separar el trigo de la paja, el oro de la bagatela. Y así saber en que repisa va cada cosa.
 
El arte es belleza, placer, pasión... pero también es esfuerzo y auto-obligación. Es como cuando te estás leyendo un libro y se empina la cuesta y no terminas de ascender, pero algo en tu interior, la intuición normalmente, te dice: "persevera, sigue, tendrás tu recompensa". Efectivamente, a partir de cierta página coronas puerto y ya todo es suave y cálido descenso. Con la música pasa parecido. Algunos discos son difíciles de masticar, como una sopa dura y espesa que falta por licuar, al cabo de varias digestiones se convierte en delicioso puré del que no paramos de saciarnos.  
  
Después de estas disquisiciones parece contradictorio que yo mismo ponga las etiquetas de  mujeres y piano, pero recuerden que necesitamos pretextos para hablar de una de las cosas que más nos gustan: la música. En este caso la asociación es más que evidente. Lo que les une es que son mujeres pianistas, como si fueran colegas. Hasta ahí. Porque su arte es tan personal como intransferible.

Del piano me gusta su elegancia, su sensibilidad, su colorido. Posiblemente es el instrumento más versátil que hay: lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Puede ser melancólico, triste, nostálgico; puede ser alegre, extrovertido, animoso; siempre bello. Es curioso, la asociación piano-mujer se ha prestado históricamente. Incluso en  épocas en las que tenían limitado el acceso al arte. Las novelas de Jane Austen (finales del siglo XVIII) están plagadas de señoritas de clase media-alta que aprendían a tocar el piano. Hasta estaba mal visto que no supieran tocarlo ya que era uno de los encantos y requisitos que debían tener las chicas de bien para atraer pretendientes y animar las reuniones sociales. Curioso y contradictorio. La propia Jane Austen no podía firmar con su nombre sus propios libros (tenía que utilizar seudónimo masculino). Pero a esa misma sociedad  que no veía con buenos ojos que una mujer escribiera si le parecía correcto, incluso ideal, que tocaran el piano. Por alguna razón, quizás porque se parecen en su delicadeza,  formas, sensibilidades y melodías, el piano y la mujer siempre se han llevado bien, hasta el punto de convertirse en uña y carne sobre blancas y negras teclas.  


I - REGINA SPEKTOR

Regina Spektor nació en Moscú donde vivió hasta los 10 años cuando emigró con sus padres a Nueva York. De casta le viene al galgo: su padre era fotógrafo profesional y violinista y su madre profesora de música que enseñaba en un conservatorio. Ella aprendió a lo clásico, en el conservatorio, mientras en su casa se escuchaba a los grandes de la música clásica. En EEUU comenzó a escuchar a artistas del pop y del rock. De esa mezcla sale su música.

Su música es muy colorida,  alegre y optimista. Una de mis canciones favoritas es "Dance Anthem of the 80s", en el festival de Bonnaroo 2010 (EEUU). Chispeante, vibrante, graciosa... el escenario idílico: suave mañana primaveral, día soleado con la gente expectante y mientras Regina prepara la canción, gritos de ¡Regina! por todos lados y mensajes especiales de algunas personas: "hoy es mi 18 cumpleaños, regálame tal canción". Se respira la alegría del momento. Si, me hubiese gustado estar ahí. Lástima que no hayan inventado la máquina del tiempo a la carta, la de conciertos históricos a los que iría...


Retrocedemos un poco en el tiempo y nos vamos al año 2007, al festival de Lollapalooza (EEUU), con su bonita canción Better. No se pierdan a partir del minuto 2:15 cuando Regina se asusta por que no ve venir al hombre de la cámara (lo que le despista es que parte del público comienza a gritar) y como luego se ríe de su propio susto y ocurrencia.



II - TORI AMOS

Tori Amos es una pianista y compositora estadounidense. Lleva bastantes años de carrera y desde la primera vez que la escuché allá por mi adolescencia me prendé de ella. Su música es muy especial, diferente, única, inclasificable. Es oscura, misteriosa, emocional, apasionada, con carga sexual, fuego: un incontenible volcán. Y todo junto suena moderno. Realmente su música es muy moderna. El piano clásico tamizado con la fuerza del rock y con su propia personalidad y creatividad.

En 1994 lanzó su tercer disco "Under The Pink", uno de los mejores de su carrera, también uno de los mejores de los años noventa. La consolidó en el mercado y una canción se convirtió en su emblema hasta hoy en día, todo un clásico: Cornflake Girl.



En 2007 lanzó su noveno disco: American Doll Pose. Una mujer en el cenit de su carrera. El disco es conceptual y ambicioso (doble): la propia Tori Amos personifica a cinco mujeres diferentes basadas en la mitología griega. Es realmente bueno, puedo dar fe de ello (me lo agencié en su momento). Pero una canción me parece absolutamente genial, el tercer corte: Bouncing off Clouds. Adictiva a más no poder. Una de esas canciones que nunca me canso de escuchar. Para mi Tori Amos es una estrella del rock que usa piano por guitarra eléctrica.




III - KATE BUSH

Kate Bush es una pianista y compositora británica. Es la mayor de las tres pero la que menos había escuchado. La conocía, aunque nunca me había metido en su obra. Pero este invierno me enteré de algo que me pareció genial: Kate Bush lanzaba un disco llamado 50 Words for Snow (50  palabras para la nieve), un disco conceptual dedicado solo a la nieve. Incluso una canción trata sobre la historia de la relación de amor entre una mujer y un muñeco de nieve. Solo alguien tan genial como Kate podía hacer algo así y no morir en el intento (no caer en el ridículo en este caso). Música llena de copos blancos, de leyendas del frío y del aire gélido que todo lo envuelve.

No es un disco fácil. Un disco de 7 cortes que pasan o se aproximan a los 10 minutos. Pero poco a poco va calando (como la húmeda nieve) hasta llegar al hueso y atraparte por completo. De hecho, se convirtió en mi disco de invierno, mi banda sonora predilecta. Incluso adelantaba la hora de acostarme para escucharlo tumbado en la cama (abrigado por supuesto). Extraño placer, ya que la música es gélida, pero al mismo tiempo resulta cálida y reconfortante. Es como cuando escuchas la tormenta allá fuera: el pavor que te pueda provocar es directamente proporcional al placer que te provoca el calor y la seguridad de tu casa. Como cuando ves una película de terror desde la seguridad de tu butaca.

El disco lo abre este corte llamado Snowflake. Una canción de diez minutos. Pura poesía invernal. La dama de blanco sopla sus versos de frio invierno desde la majestuosidad de sus alturas.



Otro corte que me gusta especialmente es el cuarto: Wild Man. Leyendas de abominables hombres de las nieves. Cuando salgan ahí fuera y todo esté cubierto por el blanco hielo, tengan cuidado: puede haber algo horrible vagando entre las tinieblas.



Estamos en el calor del verano, pero el invierno y el frío llegará, personalmente me quedo más tranquilo sabiendo que tenemos a Kate Bush y sus 50 Words for Snow para pasarlo. Es como tener leña y fuego para prenderlo.

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