viernes, 15 de marzo de 2013

Marchando una combinación de música y cine al natural


En Río Bravo los actores nos ofrecen una actuación tan natural y sin trampa ni cartón que la convierten en un directo en medio de la película.


Me gusta la música y me gusta el cine. Y me gusta la música en el cine. Pero me gusta sobre todo cuando no friccionan entre si. Eso no significa que no me gusten algunas películas musicales, como por ejemplo El Mago de Oz, película que adoro, pero no es mi género favorito precisamente, lo veo como algo artificioso. Eso sí, cuando en una película siento que una canción fluye naturalmente, como si se tratase de la vida misma, consigue arrancarme una sonrisa o una emoción especial según el caso.

Ya lo decía Charles Bukowski en su poema Nuestro gran día en el cine, donde versa sobre la asistencia de los niños con los padres a los cines en la época de la gran depresión allá por los años treinta del siglo pasado. Así cuenta su parecer infantil sobre cine y música  una parte de dicho poema:

(...)

La película para adultos solía ser una tortura y

por aquel entonces había una serie interminable de películas

protagonizadas por Fred y Ginger, veíamos una tras otra

esas películas atroces en las que bailaban durante horas, era

terrible, tanto que entraba dolor de cabeza.

Él llevaba lustrosos zapatos negros y un chaqué elegante

con faldones que aleteaban

conforme iba dando saltitos y bailaba claqué.

Se subía a las mesas de un salto o bailaba por la

barandilla de un balcón a gran altura de la calle

y siempre ofrecía una sonrisilla imperturbable,

y ella también bailaba, la rubia de

pelo rizado, imitaba sus movimientos al detalle y

de vez en cuando él la cogía en

volandas sin que ella mudara la expresión satisfecha y melosa

de su rostro.


Siempre había una trama sencilla en la película, les surgían

problemillas y para solucionarlo

todo él se ponía a bailar con

ella, ésa era la respuesta, la solución.

A veces hasta se besaban y nosotros

apartábamos la mirada entre reniegos.


Era un tipo digno de desprecio con la

carita chupada y el pelo

escaso, la barbilla fina y la nariz afilada, sin hacer otra cosa

que bailar, bailar, bailar

como si se hubiera vuelto majara.

No había visto ningún hombre parecido que viviera

en nuestro vecindario;

¡nuestros padres lo hubieran corrido a palos!

La señora no estaba tan mal, era

bastante guapa, aunque idiota por enamorarse

de un tipo así.

A veces esas pelis eran tan malas

que para pasar el rato un par de chicos

se enzarzaban en una pelea pero los acomodadores

siempre la paraban de inmediato.


 
No hay que tomarse esto al pie de la palabra, tiene un claro tono sarcástico y humorístico, además, Charles Bukowski se reía hasta de su propia sombra. Pero digamos que no me gusta la impostura como aquí bien se señala. Así que a continuación les ofrezco 5 momentos del cine y la música que considero especiales por naturales. Desde mi punto de vista personal,  me han hecho removerme en la butaca o me han dejado paralizado en el sofá sin ningún tipo de dudas. Su huella ha permanecido conmigo en el recuerdo.


I - Rio Bravo

En este famoso western de 1959, dirigida por Howard Hawks, Dean Martin y Ricky Nelson nos ofrecen este memorable momento musical, acompañados a la harmónica por Walter Brennan.  Te atrapan de tal forma que te dejan totalmente anestesiado. Es como si unos amigos tocasen en directo para ti desde el otro lado de la pantalla,  en un momento de asueto, como quien no quiere la cosa, dejándose llevar  como el río que serenamente sigue su curso, claro que hablamos de unos amigos con  gran talento y carisma. La canción se llama My Rifle, My Pony and Me.




II - Magnolia

Magnolia es una película estadounidense de 1999, un drama de 3 horas dirigida por Paul Thomas Anderson. Podemos decir que es una película de autor, de culto, casi más europea que americana, aunque es muy americana, cuenta diferentes vidas cruzadas que se suceden en el Valle de San Fernando, California.  La fui a ver al cine y me ofreció un momento único.   Aunque sabía  algo de esa escena antes de asistir y temía que pudiera resultar ridícula; finalmente nada que ver, lo que me ofreció fue una fusión prodigiosa entre cine y música. La película habla de las casualidades y en un momento avanzado los diferentes, y aparentemente inconexos personajes, confluyen por medio de una emotiva y preciosa canción que a todos une e interconecta. Unos la tararean en sus coches,  o la cantan en sus respectivos hogares, o en su lecho de muerte... la sienten, la padecen, la hacen vibrar... la magia surge y desde tu butaca cantas con ellos porque todos necesitamos respirar en medio de la angustia. Vista solamente la secuencia como aquí les ofrezco, se puede apreciar su belleza, pero les puedo asegurar que en medio de la película, como una parte del todo, es absolutamente maravillosa. La canción es Wise Up, de la artista Aimee Mann, encargada de la banda sonora. Una gran BSO para una gran película.



III - Delicatessen

Delicatessen es una película francesa de 1991 dirigida por Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro. Es una película que contiene algunos ingredientes que me gustan como el humor negro y el surrealismo, así que como comprenderán me atrae especialmente. En una época de penuria y en una metáfora de ciudad, las personas conviven y sobreviven sin dinero a base de intercambio de mercancías; lo que normalmente conocemos como trueque. En un barrio y con ese siniestro panorama, el personaje más poderoso parece ser el carnicero, porque su necesario producto es el más valioso. La escena musical que a continuación verán es puro ritmo. Es la muestra de cómo las diferentes viviendas de un mismo edificio  respiran a través de las paredes y las cañerías y  siguen los impulsos que entre todos inconscientemente se envían. ¿El carnicero es quien manda en el intercambio de mercancías?, pues  el sexo manda en la vida porque sin lo uno no existe lo otro, así que lógicamente el sexo lleva la voz cantante en cuanto a  este concierto vital, vecinal y  percusionista se refiere. Los  ritmos in crescendo se suceden hasta llegar al  momento culmen porque todo tiene un límite.  ¿Una escena que roza la genialidad? No, entra de lleno en ella. Un orgasmo de escena. 



IV - Pulp Fiction

Pulp Fiction es una película dirigida por Quentin Tarantino en 1994. Una película de gánsteres de poca monta en la ciudad de Los Ángeles en las que se cruzan varias historias y que contienen unos diálogos tan portentosos como absorbentes y donde la música juega un papel importante. Para unas cuantas personas como yo es una película fetiche. Vincent Vega (John Travolta) tiene la delicada misión de llevar a cenar a la esposa del jefe, Mia Wallace (Uma Thurman). En un bar restaurante tipo revival con camareros como James Dean o Marilyn Monroe y con coches clásicos como mesas,  Mia se empeña en participar en un concurso de baile,  y a Vincent no le queda más remedio que acompañarla. Recuerden, es la mujer del jefe. El baile que se marcan es de época y  de los que se recuerdan. La canción es un clásico como You Never Can Tell, de Chuck Berry, canción que volvió a ponerse de moda.



V - Pat Garret and Billy the Kid

Pat Garret y Billy el Niño es un película que cuenta la famosa historia del pistolero y forajido Billy y su amigo Pat que luego se convierte en sheriff y le persigue.  La dirigió en 1973 Sam Peckinpah y une su talento a Bob Dylan, creador de la banda sonora (también tiene un pequeño papel). Esta escena de  todas las expuestas quizás sea la menos natural ya que suena en off y está desconectada de los personajes que no la escuchan. Pero suena de tal forma que parece celestial, parece que proviene del más allá. En un salvaje tiroteo  se producen algunos heridos,  y mientras estos deambulan moribundos,  entran los acordes de la maravillosa canción Knocking on heaven´s door. Literalmente significa "llamando a las puertas del cielo", entendiendo este cielo como el divino. (heaven es cielo divino y sky es cielo físico). Así que es tan dolorosa como dulce y apropiada, quizás una dosis de morfina, y pareciese que la cantase un narrador compasivo.  Además, tiene la particularidad de que la canción  sale originalmente en esta banda sonora. Un apunte: filológicamente hablando, me encanta el verbo inglés knock porque es una onomatopeya, el ruido al golpear la puerta, me resulta curioso y poético,  es como si en español en vez de llamar dijéramos toc toc.


Toc, toc, toc, toc, toc, después de 5 llamadas, entre acordes e imágenes, nos despedimos hasta la próxima.

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