viernes, 7 de diciembre de 2012

Últimas Noticias del Sur

"Volamos sobre el tren, junto al tren, de frente al tren, lo seguimos volando casi pegados a sus costados en las dos direcciones".

Últimas Noticias del Sur es el viaje a La Patagonia de dos amigos, un escritor chileno, Luis Sepúlveda,  y un fotógrafo argentino, Daniel Mordzinski,  que aparte de generar un apetecible libro, aporta impagables conversaciones. Palabras escritas, habladas y visuales. Para leer, para escuchar y para observar. 

La radio tiene mucho de magia, de hechizo, de maravilloso. Te hace compañía y no te plantea el menor esfuerzo. La tienes puesta mientras estás trabajando, o tumbado en la cama, o en el coche manejando.  Y la puedes escuchar más o menos concentrado, más o menos despistado.  Pero de pronto, surgen palabras que te golpean y te atrapan. Golpes dulces que te transportan a otros mundos.  Me sucedió hace unos meses. Mientras cenaba y  escuchaba las ondas hertzianas, comenzó una entrevista sumamente interesante que me hizo ralentizar la comida, saboreando la radio, la comida, ambos.  Cuando terminé de cenar no me podía levantar. Tuve que esperar hasta que acabara la entrevista. Fue como un postre inmaterial. Cuando terminó, las palabras todavía continuaban navegando en mi interior, no me las podía quitar de la cabeza. Como esa tarta  que te deja un delicioso regusto. Como ese chocolate que te quita las ganas de cepillarte los dientes; al menos durante un rato. Gustosamente las dejé campando a sus anchas.

A menudo se dice que es más difícil escuchar que hablar; si eso fuera cierto: bendita radio (no te queda más remedio que escuchar). A menudo se dice que se aprende más escuchando que hablando; si eso fuera cierto: bendita radio (no te queda más remedio que aprender).

La entrevistadora fue la gran periodista Ángels Barceló (Cadena SER), y sus entrevistados el escritor Luis Sepúlveda y el fotógrafo Daniel Mordzinski. Han publicado un libro conjunto, se llama Ultimas Noticias del Sur. Un fascinante viaje a La Patagonia que realizaron juntos. El resultado es un libro de conocimiento, de aprendizaje, de anécdotas, de vivencias, de amistad,  de reencuentro con el pasado, con las personas, con la naturaleza...

"Era un galpón enorme y ahí, entre toneladas de metal enmohecido, una locomotora de vapor que enseñaba parte de sus tripas de acero y tres vagones de madera".


ÚLTIMAS NOTICIAS DEL SUR.

Ángels Barceló: La crónica de un viaje, un viaje siempre hacia adelante, siempre hacia el sur. Una expedición planeada por dos amigos, desde Buenos Aires: escritor y chileno uno (Luis Sepúlveda), fotógrafo y argentino el otro (Daniel Mordzinski). Un proyecto de aventura que por su alma tan curiosa quedó reducido, porque todo lo que les surgía en el camino les iba atrapando. Más que un libro de viajes se ha convertido en el testimonio de un mundo que ya no existe: las últimas fotos y voces de un paraíso ya adulterado.

En 1996 comienza el proyecto, pero hasta 2012 no sabemos nada del libro ¿porqué?

Luis Sepúlveda: El libro tiene una historia bastante extraña, como suelen ser las historias de las cosas que ocurren en el sur. En 1996 decidimos unirnos, texto y fotografía, y hacer un viaje para ver si salía un libro. Nos decidimos por La Patagonia, y Daniel, como buen argentino, no la conocía (risas de Daniel). Yo la conocía muy bien. Decidimos lanzarnos con un plan que era el siguiente: todo el tiempo del mundo, sin pasaje de regreso, con una mirada ambiciosa de hacer miles de kilómetros. Pero la realidad nos redujo ese itinerario porque a medida que avanzábamos nos surgía gente que empezaba a contarnos la historia dramática de un sur que estaba cambiando violentamente.  Faltaba algo: era la tónica de como ser escrito. Entonces hicimos un segundo viaje y volvimos con más historias y material, y un tercero en 2001. Al regresar de ese viaje la propia historia me dijo: cuéntame de esta manera, no quiero que me cuentes como un libro de viajes, quiero que me cuentes exactamente como lo hace la gente del sur, que cuando un hombre llega a una pulpería y dice ¿puedo contar una historia?, le dicen, si, pero no la cuentes como un doctor, cuéntalo como un poeta.

A.B. Daniel, tu que no habías estado en La Patagonia, ¿cómo es la gente del sur?

Daniel Mordzinski: No había estado porque es cierto que los porteños tenemos el síndrome ombliguista pero también llevamos en los genes esa terrible dictadura. Yo me fui muy jovencito de Argentina y solo pude regresar y conocer mi propio país después de haber vivido muchos años en Europa.

La gente del sur es como el territorio, es gente generosa, hospitalaria, tienen algo del cactus que pincha por fuera y es muy dulce por dentro. Es gente que sabe contar historias porque las ha vivido, pero sobre todo sabe escuchar. Una de las cosas más bonitas que nos ha pasado es ser recibidos por una señora con una bellísima bienvenida, nos dijo: "los estaba esperando". Y la segunda pregunta fue: "¿tienen tiempo?".

"El cielo abrió sin pudor sus esclusas y el agua se apropió de las calles, pero la mañana era bella".

A.B. ¿Es verdad esa sensación de que se vive como emparedado entre la tierra y el cielo en esa zona del planeta?

L.S.  Es absolutamente riguroso. Primero hay que decir que La Patagonia está dividida por un accidente geográfico que es la cordillera de  Los Andes, que es muy baja en esa región. Digamos que la parte del oeste, la parte chilena, son fiordos y bosques naturales y lagos y ríos y mar e islas; y la parte argentina es una gigantesca estepa. Y en la estepa el cielo siempre se ve tan bajo que tu tienes la sensación que puedes tocarlo con las manos. Pero no te oprime, por el contrario te da esa sensación de que estás en un confín, que hay un momento determinado en que el horizonte es el lugar donde el cielo y la tierra se encuentran. Pero no te da miedo, sino que te dan ganas de seguir avanzando.

A.B. ¿Te permite ver las cosas con mayor claridad?

L.S. Todo destaca con una nitidez mucho mayor. Justamente en la estepa solo hay un hierbajo de tal manera que cualquier cosa que exista destaca de una manera muy curiosa y te enseña todos sus matices. Por eso, y por algunas casualidades, llegamos un día a una casa que nos llamó la atención. Nos llamó la atenciòn porque en la estepa no crecen los árboles que dan frutos: un viento gélido y cruel, que viene del Polo Sur, lo impide. Pero esta casa estaba rodeada de manzanos que tenían manzanas, y perales que tenían peras, y había hortalizas y fresas a ras del suelo. Encontramos a una anciana,  llegamos justo el día que cumplía 96 años de edad. Vivía sola y nos dijo con total naturalidad: "hoy es mi cumpleaños, quédense". Y nos quedamos con ella a celebrarlo. Y mientras Daniel le tomaba unos fotos yo salí revisar aquella huerta y me di cuenta que quizás las rosas tenían los mismos colores que tienen las rosas en otros lugares, pero ahí destacaban de una forma muy singular: todo crecía de una manera  sufrida, se notaba que les había costado mucho, pero algo te indicaba que en nada de lo que había crecido había rencor, era la vida simplemente.

D.M. Quiero confesar que con Doña Delia no solo pasamos su cumpleaños sino que humildemente le hicimos un regalo porque nos contó que hacía 50 años que no iba a la ciudad donde nació, a Bariloche, y claro, teníamos un coche, y la llevamos. Ese fue nuestro regalo.  

"Costó sudor y sangre tender las vías para que pasara La Trochita".

A.B. Si no fuera por las fotografías yo pensaría que muchos personajes son inventados... Como la historia de Tano.

L.S. A Tano lo encontramos en la carretera. Íbamos por una pista de tierra de la estepa por la que vas lento si no quieres destrozar el coche. De pronto, destacando con esa maravillosa posibilidad que da la luz y la proximidad del cielo,  apareció un hombre caminando en la misma dirección. Lo saludamos. Y Daniel le preguntó si estaba buscando algo. Le contestó que estaba buscando un violín. Le dijimos que cuando lo perdió. Y nos contestó: "¿quien dijo que lo había perdido?, dije que lo estaba buscando, no lo puedo perder si todavía no lo encuentro" (sus palabras tenían una lógica aplastante). Y lo acompañamos. Vimos que buscaba madera.  Encontramos un cúmulo de la misma y sacó un diminuto martillo de plata que nos desconcertó totalmente. Empezó a tocar la madera y se puso a saltar de alegría. Y dijo: "¡aquí está!". Luego nos contó la historia de como se había construido el mítico Patagonia Express. Como había llegado madera de la China, de La India, desde otros lugares para las traviesas, y como una vez muerto el ferrocarril habían quedado simplemente amontonadas esas maderas en diferentes lugares. Madera finísima,  y como él decía: "apta para la música".

A.B. Tengo la sensación leyendo el libro que habéis escuchado mucho más de lo que habéis hablado ¿no?

L.S. Evidentemente, porque en el sur del mundo, en el mundo austral, como en otras regiones... yo he estado en los campamentos del Tindur, con los saharauis, que practican una oralidad maravillosa, y es casi similar a la que encuentras en el sur del mundo, donde la gente lo primero que te pregunta es si tienes tiempo, tiempo para hablar, porque quieren contarte cosas. Y es una oralidad que tiene un origen muy comprensible porque en esa región del mundo el castellano es una especie de  lengua franca que fue empezada a hablar a trompicones por los croatas, los serbios, los polacos, los judíos, los ucranianos, los galeses... todos los que llegaron a esa región del mundo tenían que entenderse de alguna manera, y eso les dio un hablar que es más lento, más ceremonioso, más pausado, en el cual no hay lugar a equívocos, con una enorme capacidad para ir desgranando sus historias de una manera peculiar y hacerlas comprensibles.

      "Las gentes del sur del mundo modulan sintiendo el carácter fundacional de las palabras".


A.B. Evocan a Cortázar en el libro, como decía el, las historias están agazapadas, esperando para saltar.

L.S. Yo soy un convencido de ello, es un error romperse la cabeza buscando un tema,  los temas están ahí, están esperando al escritor, que puede ser este u otro, y van a decidir. Yo quiero que el o ella me cuente, y esa decisión es inapelable.

D.M. Quiero contar una historia sobre Julio Cortázar. Yo llegué muy jovencito a París, apenas había cumplido 19 años. A los pocos meses me proponen hacer una exposición fotográfica. Era imágenes muy inocentes, de contrastes fáciles. Pero el día antes de la inauguración me doy cuenta que me faltaba invitar a la persona que más había contado en el hecho de que yo me hubiese ido a París. Esa persona era Julio Cortázar. Y tal vez gracias a esa inocencia de la edad se me ocurrió hacer algo que hoy sería imposible:  busqué su número en la guía telefónica. Y este tipo era tan grande, tan generoso, que estaba. Entonces marqué y me atendió un contestador y me dio cosita y corté. Y bien corté pensé cuan solo estaba y que lejos estaba de mi gente y volví a marcar. Y le dejé grabado un mensaje que decía: Hola Julio, me llamo Daniel, no soy nadie, nunca hice nada, pero mañana inauguro la primera exposición de mi vida y sería el pibe más feliz del mundo si vinieras. Y Julio vino, y así nos hicimos amigos. Mira lo que era este tipo.

L.S. Julio Cortázar era enorme. Yo tuve la fortuna de conocerlo. Fuimos amigos hasta el 12 de febrero de 1984, que fue cuando se nos fue. En una ocasión estábamos en su casa de París tomando unos mates, y de pronto,  del edificio de enfrente, apareció una señora de casa sacudiendo un edredón. Julio me llamó y me dijo ¿estás mirando lo mismo que yo? Yo le dije que si. Él me dijo: ¿Qué ves? Una señora sacudiendo un edredón le contesté.  ¿Y que cae? Me preguntó. Yo le dije, bueno, pelos. Si, me dijo Julio, caen pelos, restos de piel, yo me he documentado y perdemos aproximadamente 30 gramos de piel a diario, pero, caen también trozos de sueño que si vos y yo bajamos y los juntamos lo podremos armar de nuevo. Esa era la forma de Julio de ver la vida.

"Llegó con plenos poderes para ayudar a la gente en lo que fuera. Lo recibieron con una banda de música".

A.B. El libro es un reflejo de las cosas que se están perdiendo en La Patagonia y lo podemos extender al mundo. Una de las cosa que vamos perdiendo no es el tiempo, porque el tiempo existe,  pero si es  la concepción del tiempo. Las prisas, como vivimos, es lo que nos impide reflejar lo que vosotros habéis reflejado en el libro. Y yo comprendo que es un lujo tener tiempo para que las historias agazapadas salten.

L.S. Supongo que si, que tienes razón y es un lujo.  Y parte ese lujo es que el libro tardó 10 años en escribirse. Es curioso, porque Daniel que es el fotógrafo y coautor, jamás insistió ni me hizo preguntas de como iba el libro.

D.M. Yo no me olvidaba, me moría por ver el libro. Pero siempre pensé que yo no soy ni su agente ni su editor, y si de algo sirve vender libros y recibir derechos de autor es para comprarte la libertad de publicar cuando sientes que el libro está listo. Pero en el fondo me moría de ganas de verlo porque me decía ¿cómo va a hacer mi pinche hermano para traducir todo aquello tan bonito que hemos vivido? Y cuantos más años pasaba ¡más me preocupaba de que se olvide!

L.S. No me olvidaba. Es que  la escritura del libro fue muy placentera. Lo escribía con mucho amor. Y solo avanzaba cuando me sentía muy bien. Uno suele tener refugios para cuando está mal. Este era mi refugio para cuando estaba bien. Cuando era intensamente feliz me iba a ganar unas páginas más. Y así fue avanzando.

"Un par de kilómetros más adelante dimos con una tranquera abierta y otro gaucho montado que nos hacía señas para que entráramos".

A.B. ¿Ha cambiado mucho La Patagonia? ¿Ha cambiado mucho el sur?

L.S. Ha cambiado mucho el sur a partir de que cambia el mundo y se nos intenta  hacer entender que  hay un solo modelo posible de sociedad y de economía y de relaciones entre los seres humanos. Nosotros fuimos testigos de lo que fue la privatización de los ferrocarriles argentinos. La muerte, por ejemplo, de ese mítico tren: El Patagonia Express. Simplemente una región del tamaño de la Península Ibérica se quedó sin el único medio de transporte público que tenían. Es decir, el viejo trencito que avanzaba a 35 km/h. pero llevaba a la gente al médico, a los agricultores a comprar vacunas para los animales, a los estudiantes al internado, etc... era lo que articulaba una región y de pronto lo privatizan y lo convierten en un objeto de atracción turística: para turistas que lo pueden alquilar. Incluso inventaron un verbo siniestro: chartear, para ese ferrocarril.

Luego el cambio terrible que significó cuando aparece el concepto más grotesco de lo que es la propiedad privada. Que es cuando Ted Turner, o Los Benetton, compran millones de hectáreas en La Patagonia y llevan algo que era desconocido: el alambre espinado; que interrumpe la trashumancia, el movimiento. Antes de eso un habitante patagón, que vive en la isla de Chiloé, en el Pacífico, sabía que tenía que ir en el mes de agosto a la esquila (trasquilado para aprovecharla lana de los animales), a la costa Atlántica, y hacía esos 1.500 Km. en línea recta sin tener ningún problema. Aparece el alambre espinado y descubre que tiene que hacer un rodeo de 3.000 Km. para poder llegar. Se interrumpe un trabajo, una cultura, una relación cultural. El mundo empieza a cambiar violentamente.

Incluso hubo un proyecto que gracias a una denuncia que hizo el periódico francés Le Monde no llegó a practicarse. Que era entregar La Patagonia argentina como pago de su deuda a EEUU. Iba a se la estrellita 52 de la bandera. Había muchos planes para hacer parques temáticos allí. Sylvester Stallone es propietario de medio millón de hectáreas y tenía pensado hacer un Far West, una especie de Terra Mítica en La Patagonia.

"Era casi medio día cuando nos detuvimos y salimos del auto para tomar unos mates sentados a la orilla del camino".

A.B. Daniel, las fotografías son en blanco y negro pero ¿de qué color es La Patagonia?

D.M. Tal vez porque el negro es la ausencia de todos los colores.  Hablamos mucho sobre como soñábamos la forma final de este libro. Y llegamos a la conclusión de que para esa Patagonia que vivimos en plena transformación, para esos cambios de los que éramos testigos, lo mejor era retratarlo en blanco y negro. Porque el color tenía la trampa de caer en la carta postal, en el lugar común. Por cierto, en eso tan bello de esos territorios. No hay nada más fotogénico que lo bonito. Y esa era la trampa. Y como a nosotros nos interesaba contar historias de mujeres  y hombres de esas tierras, nos pareció que el blanco y negro se prestaba más.

A.B. Yo me estoy leyendo el libro y les recomiendo una cosa (a nosotros), que cuando lo lean lo hagan con el tiempo que ellos han necesitado para hacerlo, con el tiempo que les pedían los personajes que se iban encontrando para contar sus historias.  Porque es un libro para disfrutarlo, con el tiempo, sin prisa.

"El buen silencio tiene su particular elocuencia y un mensaje inequívoco"

* Últimas Noticias del Sur ha sido publicado por la Editorial Espasa en 2012.

* Fotografías de Daniel Mordzinski. Textos de pie de foto, pasajes escritos por Luis Sepúlveda en el libro.

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