Alimentación, bichos y literatura.
Una de las noticias que más revuelo creó la semana pasada fue la publicación del informe de la FAO , la organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. En este informe recomiendan alimentar con insectos a un mayor número de personas. Según este informe los insectos son nutritivos. La primera reacción popular, incluida quien les escribe, fue poner el grito en el cielo. ¿Con toda la carne que se produce y nos van a mandar a comer bichos? El siguiente planteamiento, menos personal, fue: ¿Están pensando en los que menos tienen o en las grandes empresas alimentarias? Después de un momento de sosiego te das cuenta que es algo complejo y necesita su tiempo de masticación.
En otras latitudes del mundo el consumo de los insectos está extendido. Sin ir más lejos, en España se estilan los caracoles, que es un molusco gasterópodo (si, la Wikipedia es un gran invento, yo sabía que era un molusco pero la Wiki me añadió el gasterópodo y entonces recordé las clases de ciencias). Estos caracoles los cocinan bien arreglados, con salsas ideales para sopetear. Tengo que decir que aunque soy de buena boca, gastronómicamente hablando, y como prácticamente de todo, con los caracoles nunca he podido.
¿Recuerdan aquella canción de Jesús Vázquez, el presentador, hace unos 20 años, cuando le dio por cantar, cuyo estribillo decía: "A escasos milímetros de tu boca..."? Se refería a un beso de amor, el emocionante momento previo. La canción era pésima eh, no nos vamos a engañar, que hasta un poco de vergüenza me da comentarla; yo que me he ido labrando cierta reputación de pinchar buena música, a ver si la voy a tirar por la borda... Bueno, el caso es que estuve una vez así con un caracol, a escasos centímetros de mi boca, a punto de besarlo, quiero decir, de comerlo, un beso de tornillo, ya saben, pero finalmente no pude. Algo superior a mí me lo impidió. Quizás pudo ser la textura, o que le tengo más aprecio a los caracoles de lo que creo. La verdad es que cuando he pisado alguno sin querer, me ha dolido en el alma. Luego te agachas y los miras intentando recomponerlos pero como algunas figuras de porcelana, te das cuenta que es imposible. Eso si, cuando no es tan intensa la pisada pueden terminar regenerándose ellos mismos con su propio pegamento (que sabia es la naturaleza).