Acabo de leerme El Proceso
(1925), de Franz Kafka. Es una obra absurda,
perturbadora, ilógica, opresiva, aterradora... Si la literatura es imaginación,
Kafka es un alumno aventajado. El Proceso narra la historia de Josef K, un tipo corriente y moliente
al que un día arrestan sin que él sepa por qué y que es introducido en un
extraño proceso judicial. Mientras la leía no podía dejar de pensar en Alfred Hitchcock, sobre todo en la
película Con la muerte en los talones
(1959). Hay mucho de Kafka en el cine de Hitchcock, y mucho de El Proceso en
Con la muerte en los talones. Podríamos decir que Cary Grant es un pseudo Josef K pero en otro entorno y con otras
circunstancias.
Cada uno ve el mundo desde su prisma, con una visión y conclusiones
diferentes. Pero son dos genios, cada uno en lo suyo, que están vinculados y unidos por una esencia
común. Ambos sumergen a sus personajes en
un caos que no entienden, que no controlan y que les asfixia. Pero mientras Kafka
es cruel con ellos y sus personajes acaban siendo sepultados por un entorno que
no suelen descifrar, Hitchcock, por el contrario, hace que sus héroes pongan
orden y revolucionen ese entorno. En Kafka el caos general es invencible, en Hitchcock
triunfa la libertad individual.
El Proceso es una novela inconclusa, eso se dice al menos. A mí no me lo parece, cuando terminé el libro tenía la sensación que había terminado una novela. Lo publicó su amigo y editor Max Brod, póstumamente, basándose, como he dicho, en un manuscrito inconcluso. Quizás mis sensaciones de haberme terminado la obra vienen propiciadas porque el final de una pesadilla es justamente cuando termina, sin importar el momento en que ocurre.
Josef K. intenta defenderse de una acusación que desconoce pero el tribunal
que lo juzga es tan especial que nunca ha oído hablar de él ni de sus
funcionarios. Durante el transcurso de su proceso Josef K. tendrá algunos
aliados (su tío del campo, un abogado amigo de su tío) pero la sensación es que
no hay nada que hacer y que el sistema es implacable. Según avanzamos vamos
comprendiendo que el propio proceso al que someten a Josef K. es su verdadera
sentencia.
Hitchcock primero pensó en James
Stewart para el papel principal de North
by North, título original intraducible al español pero bastante más sutil
que Con la muerte en los talones, pero luego cambió de opinión. Stewart (con el
que había trabajado en cuatro ocasiones) le llamaba por teléfono pero Hitchcock
le daba largas, hasta que se cansó. Las características del personaje principal
encajaban mejor con Cary Grant, otro de sus actores favoritos (con el que había
trabajado en tres ocasiones): representaba mejor el ejemplo de lo que a
Hitchcock le hubiera gustado ser: un hombre apuesto, elegante y de éxito con
las mujeres. Roger Thornhill, el
personaje que interpreta Cary Grant, un sofisticado ejecutivo de publicidad en Manhattan,
es detenido en un hotel sin saber porqué motivo ni que está ocurriendo. A partir de ahí comienza un thriller de espías y contraespías
con persecuciones, aventuras y amores. Con escenas memorables como la lucha a
vida o muerte de Roger Thornhill y Eve
Kendall (interpretado por Eva Marie
Saint, la “rubia de hielo” que Hitchcock se inventó para esta película) en
las montañas Rushmore (donde están las esfinges de Licoln, Washington, Roosevelt y Jefferson, presidentes de Estados
Unidos).
Una escena donde se funde magistralmente lo kafkiano y lo hitchcockiano es
la mítica escena de la avioneta. Lo kafkiano adaptado al thriller de forma
sublime. Hitchcock nos atrapa en una escena absurda, delirante y extraña. Roger Thornhill baja de un autobús en un lugar
semidesértico en medio de la nada. No hay música, no hay sonido, solo el sonido
o el silencio del ambiente. En un contraplano, y sin subrayar, podemos observar
una avioneta fumigando a lo lejos. Pasan varios vehículos por la carretera ante
la decepción de nuestro elegante protagonista. Un coche aparece tras el maizal
y deja a un hombre que esperará frente a Grant. Llevamos cuatro minutos de silencio hasta el
inicio de una conversación. Un dubitativo Grant decide acercarse a esa persona
que ha aparecido de repente allí, en ese paisaje inhóspito en medio de la nada.
Pasa de nuevo la avioneta que casi teníamos olvidada. Hitchcock juega con nosotros a dos bandas
obligándonos a llevar la mirada hacia un lado y otro. El nuevo personaje le
comenta que raro la avioneta que está fumigando en un sitio donde en teoría no
hay nada. Llevamos seis minutos de secuencia y no ha pasado nada pero nuestros
ojos no pueden despegarse de la pantalla. La avioneta cada vez es más
amenazante… Una de las mejores escenas jamás rodadas en el cine.
North by North (Con la muerte en los talones) – Escena avioneta (I)
North by North (Con la muerte en los talones) – Escena avioneta (II)
Si fuera mercader cultural de lo absurdo promocionaría ambas obras como pack conjunto
y divisible. En las filmotecas, llévese este libro con esta película. En
las bibliotecas, llévese esta película con este libro. Da igual el orden que
ejerza: puede ver primero la película y luego leerse el libro; puede leerse
primero el libro y luego ver la película. Son dos obras absolutamente independientes.
Dos genios, cada uno en lo suyo: Kafka en la literatura y Hitchcock en el cine;
dos lenguajes diferentes. Pero están unidos por invisibles y sutiles hilos, por
una esencia común; desde sus propios prismas, circunstancias y conclusiones. Asocio
ambos autores, ambas obras, y me apetece ofrecértelas.
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