martes, 11 de junio de 2013

La imaginación al poder desde la bañera de tu casa

 Ilustración digital titulada “Depths of Imagination”; creada por Jennalee Auclair (Jelopi).

Cuando eres niño, o cuando no has crecido lo suficiente, o cuando no quieres crecer, que básicamente viene a ser lo mismo, la bañera de tu casa puede ser el Océano Infinito.

¿Recuerdas cuando sumergías la cabeza bajo el agua de la bañera para comprobar cuanto tiempo aguantaban sin respirar tus Fosas Nasales en las Fosas Marianas, las más profundas del Océano, esas que dicen que están a más de once mil metros y que contiene peces tan raros que nadie siquiera los puede imaginar?

¿Recuerdas que cuando quitabas el tapón y vaciabas la bañera debías tener cuidado con el remolino final debido a que podía convertirse en un vórtice, un maelstrom, un gran torbellino que en las leyendas nórdicas se tragaba y hacía desaparecer misteriosamente barcos de todo tipo y cuando digo de cualquier tipo me refiero desde ligeras embarcaciones hasta trasatlánticos de gran tonelaje?

¿Recuerdas cuando tu patito de goma emigraba desde tierras frías hasta las aguas cálidas de tu bañera porque sabía que como la marisma que le ofrecías no existía otra igual?

¿Recuerdas cuando te recostabas cómodamente en la bañera, como si de un puente de mando se tratase, y tomabas el timón y capitaneabas el barco dirigiéndolo hacia los Mares del Sur para perseguir al gran Leviatán Blanco en una odisea de las que pasan a la historia?

¿Recuerdas cuando la espuma blanca del champú era el espumaje de las olas producidas al romper contra los acantilados de la isla tropical donde te encontrabas, y que te llamabas Robinson Crusoe y tenías que buscar la manera de sobrevivir y esperar ayuda debido a que era imposible salir de la isla sin morir en el intento?

¿Recuerdas cuando los restos de la arena que traías de la playa eran originarios de la Isla del Tesoro y bajo su alfombra tenías que encontrar el preciado tesoro ya que eras un salvaje pirata, y por eso mismo, competir con piratas incluso más salvajes que tú si no querías que se te adelantaran o te mataran?

De pronto, tu mundo mágico era interrumpido por una dulce y enérgica voz femenina: “¡A cenar!”. Entonces, tranquila y serenamente, te levantabas y agarrabas la toalla y te secabas y mirando a la bañera te despedías diciéndole: “¡Hasta el próximo abordaje!”

2 comentarios:

  1. Me gustó! Cortito. Simple, en el mejor sentido de la palabra. Adióoooos, hasta el próximo abordaje!

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    1. Muchas gracias Pablo. Me alegro que te hayas sumergido sin ataduras. ¡Hasta el próximo abordaje! :)

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